Intrusa de tus sueños,
golpearé cada noche tu mejilla
para alertarte Amor de mi presencia,
acunada entre alas de una mariposa sin colores,
pero palpitante de mi esencia.
Destruiré con una espada de luz
las tinieblas que amores desquiciados
sembraron en tu ventana.
Mirarás a tu alrededor
desconociendo el paisaje,
te sorprenderás de la claridad
que matará el dolor y la mala siembra,
porque Amor, sembraré por ti
cerezos que perduren y convertiré,
Amor,
brillantes de tu piedra.
Acortaremos a centímetros las distancias.
El universo en un mundo de dos convertiremos,
me vestiré de maga por ti Amor,
para transformar lo que era malo,
en bueno.
Nos amaremos, no importarán
los infortunios,
que en un pasado de laberintos descargamos,
como la basura de un condominio
de perversos,
que quisieron impiadosos envenenarnos.
Estaremos por fin libres y puros,
nuestra sangre en ambrosía trocaremos.
Seremos uno, de dos mitades, haremos un entero,
disfrutando de este amor con gran mesura,
esa mesura, esa dulzura, esa entereza,
que nos dará Amor, pertenecernos.
María Magdalena Gabetta
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