Violación
Anestesiada y dolorida me descubrí esa mañana de octubre.
Jorge tenía una muy buena figura, era marinero y me venía a buscar al Comercial número 25 de Villa Luro. Yo tenía quince años.
Ingenua y sin precaución ninguna, subí a esa embarcación del delta.
Era un bote pequeño, y nos entretuvimos bebiendo cerveza.
Mi escasa experiencia en el tema, hizo que no sintiera miedo, aunque tenía mariposas en el estómago, y no eran de amor.
El, lentamente se fue desvistiendo y sacandose el reloj, comprendí que debía haber huido antes de que tomara esa actitud.
Recuerdo vagamente que llego un sopor inaudito y sin fuerzas para reaccionar, y sin otra alternativa vi como se abalanzaba sobre mí, fue salvaje su actitud, obnubilado por la lujuria y el placer que se avecinaba. Mis piernas temblaban, mi cuerpo se organizo para resistir. Lo oí gritar en el límite del paroxismo. Le arañe las piernas, le saque el reloj, lo escupí, lo mordí, sintiendo como la sangre le brotaba de las heridas.
Así, con un dolor inmenso en mi corazón y entrepierna me dirigí, hacia tierra firme.
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