Era cerca de las 22 hs cuando emprendimos el regreso de Córdoba a buenos aires. Habíamos ido a pasar el fin de semana a aquella ciudad con el fin de ver el partido de BOCA.
Antes de subir, compramos algo de comida y bebida para no parar en el viaje ya que teníamos que llegar temprano porque teníamos que trabajar el día lunes. En el auto estaba Facu (al volante), Lucas (copiloto), Jano (conductor suplente, una adquisición de último momento), Leo (milonguero y copiloto o conductor suplente, pero sin ganas de ejercerlo) y yo.
El viaje venía muy bien, la ruta se comportaba como esperábamos, el tráfico era fluido y nosotros a pesar del cansancio del día estábamos frescos....pero de a poco como si fuera una ecuación matemática, el cansancio fue en aumento. Nadie decía nada, solo intentábamos darnos ánimo y hablar de cualquier cosa con tal de sobrellevar el viaje y sobre todo mantener despierto al conductor. La música también ayudaba a tal fin y sonaba Metálica o cumbia o guns and roses.
Ya habíamos transitado las primeras horas del viaje cuando empezamos a notar un compañero de viaje que no teníamos en cuenta, la niebla. Ella sin avisar, empezó a acompañarnos en el viaje mostrando lo fuerte que es. Nos mostraba quien tenía el poder y nos recordaba que teníamos que tener cuidado. El primer banco de niebla hizo que Facu disminuyera la velocidad lentamente y pusiera las balizas. Nosotros mirábamos hacia adelante y solo podíamos ver un poco más allá de la trompa del auto. Yo, que había tenido un accidente hace años, estaba un poco preocupado por el viaje pero nunca lo exteriorice. El cansancio más la niebla y las urgencia de llegar antes de las 6 AM eran una combinación peligrosa. Por suerte ese primer banco de niebla se disipó rápidamente, aunque no contábamos que no era el único.
Al transcurrir los kilómetros por la ruta 9 habíamos pasados 2 o 3 bancos de niebla más, seguíamos hablando como si estuviéramos viajando de día y totalmente descansados. Pero hubo algo que me llamo la atención, ya habíamos pasado las 3 hs de viaje, el cansancio de Facundo se hacía más notorio y de repente un banco de niebla mucho más largo que los anteriores. En ese momento mirábamos alrededor y no vemos nada, ninguna luz roja adelante que nos indique que había algún otro vehículo, estábamos manejando a ciegas. De repente empezamos a sentir que el auto se movía, como si estuviéramos pasando pequeños pozos, uno al lado del otro. En ese momento me doy vuelta para comentar algo a Jano y ya no estaba. En su lugar estaba mis hermanas con tan solo 6 y 7 años. Al momento pensé que estaba soñando pero no fue así, la niebla se empezó a disipar pero empezó a aparecer polvo en el aire. Ya no estábamos yendo por la ruta, sino que estábamos transitando un camino de tierra. Mi preocupación fue en aumento cuando al querer preguntarle a Facu que había pasado, el conductor era mi viejo con mi vieja de copiloto. Ya no estaba en el Fiat punto confortable, sino que estaba en un Ford sierra venido a menos. Yo no entendía nada, miraba mis manos y eran las manos de un chico de 9 años y no de 42 cómo tenía hasta hace un instante. El camino para mí era conocido, ya que era el camino que usamos para llegar al campo de mi viejo. El estaba manejando tranquilo, cuando veo algo que se cruza y de repente escucho
- Cuidado!!!!! Le grita Lucas a Facundo.
Se ve que el cansancio lo había vencido y se estaba yendo con el auto hacia el guardar raid de la ruta. También ayudado porque la niebla se fue casi por completa.
En ese momento yo no entendía nada, por un lado me alegraba estar de nuevo en ese auto aunque casi chocamos, pero por otro lado quería saber que había pasado. Mis ojos estaban abiertos como el dos de oro, ya sea para dar una mano cómo copiloto y por otro lado por el estupor que me genero ese viaje al pasado. Aunque me dije para mí, seguro fue un sueño.
La ruta seguía tranquila, íbamos a 120 km/h aproximadamente, y las estrellas iluminaban un poco más la negrura de la noche. La niebla seguía haciéndonos compañía y yo la miraba de reojo cómo cuando miras a alguien que desconfías.
Pasaban los minutos, pasaban los kilómetros de viaje cómo también seguían pasando algunos bancos de niebla que hacía que bajábamos un poco la velocidad. Nada ocurría, salvo que la noche se oscurecía más y el cansancio ganaba terreno.
En un momento, estábamos comentando el partido, cuando aparece otro banco de niebla, mucho más denso que los anteriores, solo se distinguía la luz del auto y las líneas del costado de la ruta. Para adelante? Nada se veía. En ese momento quiero hacer un comentario de la densa niebla y como cansa, cuando de repente escucho una voz femenina que me decía lo lindo que lo íbamos a pasar en las vacaciones. Miró hacia mi costado y era mi ex, que me miraba y me preguntaba si me pasaba algo. En ese momento me di cuenta que yo estaba manejando. Internamente dije esto ya lo viví, aunque me generaba un poco de confusión, actúe de manera natural. Intentaba dilucidar el camino o donde estaba pero sin preguntar demasiado. Yo estaba confundido y no quería preocuparla a ella. Además ya hacía 1 año que habíamos cortado. En ese momento hice un escaneo rápido de los lugares que fuimos y ahí me di cuenta, estábamos yendo a Pinamar, un cartel al costado de la ruta lo confirmaba. Por un lado me gustó estar ahí, en ese recuerdo con ella, pero por otro lado sabía que era ficticio. Esos momentos de charla lo disfruté nuevamente y por ahí me imaginaba que si hacía las cosas bien, debería poder cambiar el futuro o sea mi presente, como pasaba en tantas películas.
Luego de un par de minutos, paramos en una estación de servicio y mientras yo cargo nafta, ella va a comprar algo para comer ya que estábamos a mitad de camino.
Cuando salimos de la estación de servicio, miro a mi derecha para decirle algo y nuevamente la sorpresa pegó contra mis ojos. En el asiento del acompañante estaba Leo, dormido al igual que el resto del viaje, pero el que estaba al volante era yo. Hice un paneo por el espejo retrovisor y estaba Jano y Lucas despiertos. Así que volviendo de la sorpresa de aquel mini viaje a Pinamar con mi ex, pregunte cuanto faltaba para llegar.
- 2 horas aprox, ya estamos llegando a San Pedro- me contesta Jano con tono raro, ya que yo debería saber más que ellos.
La noche seguía oscura y a medida que nos acercábamos a la cuidad, la cantidad de estrellas iban disminuyendo, pero el marco seguía imponente. El tráfico era fluido por la autopista aunque a esa altura se veían más camiones.
La niebla seguía presente y yo esperaba que viaje o recuerdo me traía el próximo banco de niebla, pero no pasó nada. No hubo otro viaje y también al acercarnos a destino, la niebla fue desapareció completamente.
Llegamos cerca de las 5 AM y yo no comenté nada de lo que había pasado, ya que supuse que era un sueño o algo así.
Para mí sorpresa, dos meses después en un asado que compartimos los 5, rememoramos ese viaje. En un momento Lucas comento que en el viaje tuvo un sueño muy raro cuando pasábamos por un banco de niebla. Contó que estaba en el auto con su familia viajando hacia la costa de vacaciones. Luego de escuchar lo que decía Lucas, para mi sorpresa todos comentamos que “algo habíamos soñado” cuando pasábamos por esos bancos de niebla y cada uno tenía su anécdota.
Ahí supimos que lo que vivimos no era un sueño.
|