Alberto se detuvo en dicha esquina. No en la siguiente ni en la de más atrás y esto es sólo una casualidad, porque el hombre caminaba por las calles solariegas sin rumbo alguno. Se detuvo, por un impulso, una corazonada, por cansancio o porque uno de sus pies se acalambró. Eso ya no importa. Pero, precisamente en esa esquina, Tiziano con Alborada, un hombre pasó desalado a dos pasos de él y continuó su carrera hacia la avenida Principal. Una mujer de edad madura, casi al borde del desmayo, sólo pedía socorro con el suspiro que le quedaba por voz.
-Me han robado la cartera, señor, y con todo mi sueldo. ¡Por favor! ¡Ayúdeme!
Alberto, de corazón generoso, no lo pensó dos veces y corrió en pos del individuo que recién había pasado junto a él. La mujer algo le gritó, pero él ya había traspuesto la calzada y con grandes zancadas, visualizó al tipo, que ahora corría sin mayores apremios y al que alcanzaría antes de llegar a Principal.
Cuando estuvo a un paso de él y ya escuchando su respiración agitada, Alberto estiró uno de sus pies, haciéndole una zancadilla. El tipo rodó por el piso lanzando un grito de dolor. Despaturrado, famélico y vestido como para una maratón, le arrojó una mirada a su agresor con una expresión en donde se fundían la sorpresa y el miedo oscilando en sus pupilas.
-¡Nnoo tengo nad…a de va…loor!
-¡Pásame la cartera, rata!
-¿Qué cartera? ¡Ayyy! ¡No llevo nada conmigo! ¡Aaayy! Soy corredor y entreno para la maratón del domingo. ¡Aaayy que dolor!
Alberto estudió el rostro del caído, que, quejándose, hacía amago de levantarse. Reconoció a Pinocho Pinto, el gran maratonista que tantas glorias le había entregado al deporte de su país.
La policía detuvo a Alberto por agresión en la vía pública. La señora asaltada, recuperó su cartera porque un detective atrapó al hechor. Pinocho, tras la caída, se luxó un tobillo, lo que le impidió participar en el importante evento dominical. Y ahora, Alberto ha sido demandado por el deportista y afrontará un juicio en donde no le valdrán de nada sus zancadillas. Por ahora, está en una celda hasta que se aclaren los hechos. Si hubiera seguido de largo…
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