La fuerza ciega arrasa y acomete
rompiendo las voces que apaga el estruendo
un espiral rencoroso viene arrastrándose
la huída es sin rumbo, se huele el espanto
techos que planean descabezando hogares
cristales alados se visten de espadas
y buscan igual de ciegos el dolor expreso.



Embudo que gira y se arropa a si mismo
desplegando su furia hacia los cimientos
son las plegarias del hombre, son sus sueños
son sus metas, retorcidas, aventadas
se funde de cuajo la tarde entre esperpentos
ya se viene la noche estremecida
tras el galope incierto de este gigante
que desoye los mandatos del dios Eolo.



Se levantará de nuevo como siempre se levanta
primero la alborada y tras ella el brío
no existe noche que se quede suspendida
para siempre sobre las testas
otro sol, otros arrestos, al cielo lo que es del cielo
y del hombre el fragor y su esperanza.