Desayuno, Del lado de mi oreja izquierda puedo escuchar el canto de un pájaro sobre el eco de ambulancias. La oreja derecha recibe el ladrido de los perros de azotea y la risa de un niño que no fue hoy a la escuela. Felicidad. Media taza de té de jengibre aún caliente. Y media hora de abandono al trabajo. Arroz con leche Pan sabroso de cada día. Adolescentes apareándose en las jardineras de un parque mugroso. Y borrachos tempranos que no tienen idea de qué día es hoy. Miran perdidos y sonríen con gestos de embolia. Las personas formales hacen filas en todos lados . Y padecen embolias y derrames cerebrales. De vez en cuando una chinche de cama se prende a sus sacos rojos verdes y azules de poliéster. Y sus traseros se enronchan, traseros planos, enjutos y con granos. Con sudorcillo del día. A las nueve cuarenta se terminó el desayuno. Guardo aprisa, los apuntes del desayuno en un saco naranja de tela. He perdido horas efectivas de trabajo. Pude haber salvado a la chinche de las personas formales. Y rescatar a los perros de las cárceles de las azoteas. Será otro día , Cuando haya más tiempo para la irreverencia y menos ecos de ambulancias. Y menos tiempo para días absurdos en que se tiene que trabajar. Mar/2019
Texto agregado el 31-05-2019, y leído por 158 visitantes. (8 votos)