Imagino tú, !yo¡ perenne sobre ti.
Erguida esta tu espalda, presta al
reflejo de tu pupila prisma
que ilumina tú, !yo¡ de neón;
mientras tu cabello riñe con tus manos
que se extienden hacia el próximo
destino de la tarde que es fría para
el calor de tus huesos.

Crees verme, regresas al espacio que
tu médula reconoce y giras en compañía
del insomnio. La piel está expuesta
en toda su extensión olfateando no sé
qué aroma que te acribilla en imágenes
que no logras ordenar.

Todo tú, !yo¡ se revuelve en un zumo
venturoso que te avienta a los ruidos
de la urbe, y tu risa de niña, la contempla
en el paso de las voces y el tacto furtivo
que tu aceptas sin recelo.

Hora tras hora hilvanas ilusiones
inmortales en las alturas, de tu
lugar secreto.
En vano, estiro mis dedos sobre tus
cosas que no son mi vida, pero
seguirán siendo tuyas.

En la sonoridad de tus movimientos,
respiro el aire, que alimenta mi utopía.