Hubo también otras noches
en que las huellas de aquel cuerpo
jugaban a destrozar inquietudes.
Claro que sin el brillo y sin el azul
que aquel cuerpo dejaba
con sabor a caramelo y aguamiel.
Ahora las cosas no tienen ese sabor,
pendientes de un hilo
aún perduran las vendimias de sabidurías,
derramadas como tentaciones
en el aire plagado de tóxica humedad.
Flota la carne, ya no tan nueva,
en la gelatina roja de los arrepentimientos.
Unos ojos distintos miran las tímidas huellas
que aún quedan. Impasibles,
se incendian los días en la lenta lengua
con la que nos lame el tiempo,
el deseo blanco se ausentó del lecho,
el olvido va talando lo poco que queda
de aquel cuerpo en otras noches.
Texto agregado el 26-05-2019, y leído por 93
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