Prosa Dada a los cien años del principio del arte.
Ardor de que no podremos respirar mañana, y hoy será toda nuestra carrera con los muslos cansados, la sonrisa de los pechos, de nuestra sangre, con mi cara roja de ira, yo que arremeto hacia lo que me es inalcanzable pero que ya lo perdí de entre mis manos. Y preguntó una y otra ves que es lo que representamos con nuestras conductas, que ven los otros, que recitan los otros, si no hay conceptos, y solo hay palabras que se dispersan porque nadie las acoge en su cerebro para después escupirlas sobre la conciencia de los dormidos que despertaran asustados de sus propios gritos.
Recargare los revólveres y apuntaré ahí donde el descanso sea olvidado, y corran ríos de cuchillos que despuntan en una carrera de caballos que son hipopótamos que salieron del fondo del mar a mostrar sin consecuencia la cabeza de lo que es la madre tierra cuando tiene bien subidos trescientos años.
El arte es solo esto que vos estás leyendo, ahora que ya puedes encerrarte en tu banco de la plaza donde nadie te ve, porque nadie vive en júpiter, ni tampoco nadie pasa por el frente de los dos carriles de carretas que llevan helados ahí donde las naves están listas para adentrarse en el próximo volcán, que se dirige bien hacia arriba rumbo al centro de la tierra con el tataranieto del Dr. Lidenbrock como guía.
Es que realmente volvemos a entrar en 1916, ahí en la dinámica que desaloja las academias, y administra serotonina a nuestros cerebros cansados de toda la ropa blanca y elegante que hubo desde los romanos que nunca conocieron este lugar llamado América muy al oeste de donde les invadió el homo-sapiens, esto es a la vieja y amable Europa que luce su one piece swimsuit.
Una vez que sabemos las reglas de juego que son -0,3 para que nadie que tenga tan siquiera un número uno, y así no encontrará a estas zonas liberadas. Pudiendo la libertad comenzar su despotismo contra la disciplina y el orden que nos viene del siglo XIX, para poder finalmente dejar de humanizar el arte y todos los gustos de los habitantes del bañado norte del río Paraguay ahí donde de nuevo empezará la gloria, y volverá a responderse que el arte es todo aquello que nos deja más vivos que los esclavos de unos cuantos asados con extraños sin amor entre sí.
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