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Hay un fantasma que me persigue y nunca me encuentra porque es vidente. Por tal razón, su vista lo distrae de mis caminos y continuamente se pierde. Solo el poder de mi espíritu le indica mi estadía. A veces, las flamas de amor evidencian mi presencia. Otras, la música de mi corazón lo guía a mi encuentro. Sin embargo, mi silencio desvanece su camino hasta perderlo en ese desierto inhóspito en el que deambula rumiante y devastado
Su vista se deslumbra con la luz del día, con los colores lujuriantes de las flores, con la noche morada y palpitante, con la luna platina y fosforescente. Mientras mi alma camina lejos de su mirada de alfileres, liberada de la perturbación del ayer.
El fantasma rasguña los baúles vacíos de momentos que se llevó la lluvia, y al encontrar la nada vierte sus ojos en ellos para deshabitar la podredumbre del vacío lacerante y lo cierra, pero la invidencia se lo traga en una oscuridad espesa que desprestigia su osadía fantasmagórica y le da fin a cualquier poder que alguna vez tuviste sobre mí. Hoy no eres nada
No eres más esa vida inquietante, no eres más ese duelo lacerante, no eres negra bruma en mi camino, no eres risa ni llanto para mis ojos, no eres calor ni frío en mi espalda, no eres muerte ni vida en mi momento, solo un fantasma ciego que se pierde en el camino de las sombras contemplado por la indiferencia de este hombre nuevo. Que abre sus alas hacia un cielo limpio de impurezas
Copyright: Ever Sangel
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Texto agregado el 24-05-2019, y leído por 139
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