Estaba reposando bajo mi olmo que me da peras sin que se las pida hasta que una fina vocecita interrumpió mi descanso…
El puente se va a caer, va a caer, va a caer… se escuchaba cantar a una niña.
Y me preocupé ¿Cuál puente se caerá? me pregunté.
Después me di cuenta de que en mi tejado no hay ningún puente. Así que me desperecé estirándome todo lo que podía me puse sobre mis cuatros patas y no pude ver de dónde venía la voz que seguía con “el puente se va a caer”. Cual suricato me paré sobre mis patas traseras para otear el horizonte de mi tejado, y nada.
Hasta que se me ocurrió observar hacia abajo. Entonces la vi. Era una niñita muy diminuta, que caminaba dando saltitos mientras cantaba su canción.
- ¿Y vos quién sos… de dónde saliste?
- Hola señor gato, me llamo Pura, soy su verdad y siempre estuve por aquí aunque no me haya visto antes.
- ¿Vos sos MI verdad?
- Ajá… todos tienen su verdad, las personas, los animales, las plantas, hasta las piedras.
- Ah… mira qué interesante. ¿Y por qué sos tan chiquitita?
- Pues porque soy su verdad, y en realidad todas las verdades individuales somos chiquititas.
- Yo siempre creí que existía una sola verdad…
- Lo entiendo, pero no es así, pero existe una teoría que dice que si nos uniésemos todas las verdades, habría una Única y Gran Verdad.
- ¿Y por qué no lo hacen entonces?
- Ah… eso es imposible, vea señor gato, eso se debe a que ustedes no escuchan a las verdades de los otros, por lo tanto nosotras vivimos enfrentándonos constantemente.
- Le creo señorita MI Verdad.
- Y sí, cómo no me va a creer si soy SU Verdad. Bueno ya me voy, tengo que ir a tomar la leche y a hacer los deberes.
- Vaya nomás.
El Gato (Salem) |