¿Nos estamos convirtiendo en una sociedad enfadada?
1. La ira se extiende por internet más rápido que ninguna otra emoción.
Más que la alegría y el buen rollo. Más que nada. Es la conclusión a la que llegaron los investigadores de la Universidad de Beihang al analizar los mensajes de Weibo, el Twitter chino donde 220 millones de personas“weibean” a diario.
Hay más estudios que respaldan sus conclusiones: la ira cuenta con su propia superautopista viral, tanto en Internet como en, ya que hablamos de asfalto, un atasco. La alegría tiene buena carretera, pero menos. La tristeza es una comarcal. Propongo que cambiemos el nombre a Internet: llamémosla Fury Road o Fast & Furious.
2. Recordamos mejor los comentarios negativos.
Los comentarios y todo lo malo en general. Estamos cableados así, con un sesgo de negatividad que es muy útil para sobrevivir en la Prehistoria o en Australia: lugares desconocidos y remotos donde todas las formas de vida quieren matarte, así que tu cerebro quiere que recuerdes antes todas las que te vayas cruzando. Pero que para Internet es terrible: eliminamos de la cabeza lo positivo y nos quedamos con lo malo por defecto.
Así, parece que lo malo es mucho más. También perdura más tiempo: por eso todavía te pones rojo al recordar ciertas cosas muy humillantes o dolorosas de tu juventud, pero no puedes recordar todos los besos.
3. La masa enfurecida es como una epidemia de gripe.
El profesor Ryan Martin se dedica a investigar la ira, la furia y la rabia en la Universidad de Wisconsin. Y una de sus conclusiones sobre el enfado es que tendemos a unirnos espontanéamente a la rabia de los desconocidos (la felicidad es algo más íntimo) : la Masa Enfurecida es real.
En parte porque contamos con un mecanismo neuronal bastante curioso que, por un lado, nos permite aprender y motivarnos viendo cómo se hace muy bien algo. Pero que por otro nos lleva a asumir ciertos comportamientos como propios de forma inconsciente: las mismas neuronas especulares que te empujan a querer ser Steph Curry también hacen que ciertas emociones se vuelvan virales. De virus. Como en “gripe que te pega otro”.
4. La gente enfadada online busca el reconocimiento de otros.
Y, como explicaba el profesor Martin a The New York Times, “la gente que tiende al enfado en Internet quiere que otros los compartan para sentirse reconocidos y un poco menos solos y aislados en sus creencias”.
Enfadarse es una forma de buscar apoyo en un mundo en el que no puedes verle la cara a nadie, no puedes identificar el lenguaje corporal de quien te contesta y los emoji pueden significar demasiadas cosas. Y tienes pocos caracteres para lanzar tu mensaje: un post de varios cientos de palabras sobre un punto de vista tiene menos éxito en Facebook que un mensaje rápido y furioso que acicate a los lectores. La gente enfadada no busca justificación: busca compañía.
5. Entiéndelo, la ira también es una coraza muy efectiva.
Internet puede ser un entorno muy tóxico, más que muchos bichos australianos. La palabra trol -el tío que se dedica a fastidiar a los demás online-, no se remonta a los inicios de Twitter o Facebook. Ni a los blogs de unos años antes. Ni siquiera es de tiempos de la creación de Google.
El trol existe desde los años 80, cuando sólo había un puñado de personas conectadas a foros de discusión de sólo texto. Imagina ahora que somos cientos de millones conectados y cualquiera te puede hundir la vida online para echarse unas risas. ¿Da miedo? ¿Te sientes amenazado? Si eso sucede -y es muy fácil pensar en las redes sociales que todo tiene que ver con nosotros, pero ése es otro tema- , el enfado es un buen mecanismo de supervivencia: te pone a tope, produce hormonas que alivian el dolor de cuerpo y mente y te ayuda a sobrevivir en un entorno hostil. También te da cierta sensación de control sobre un entorno incontrolable.
6. Enfadarse online es parte de la búsqueda constante del chute emocional.
La masa enfurecida online puede conseguir algunas cosas puntuales e inmediatas, buenas o malas : la destitución de alguien, el despido de x persona, un par de artículos en la ley mordaza para multarte si te pasas de la raya... Pero ningún hashtag cambia el mundo. El no consiguió la liberación de las chicas nigerianas. La guerra de Vietnam no la detuvieron los hippies. Los change.org que firmas muy indignado no llegan muy lejos.
En realidad, las motivaciones para enfadarse con algo en Internet son principalmente el chute emocional momentáneo, la relajación posterior y poco más. Por eso en redes nos mostramos tan enfadados como todólogos: saltamos de tema en tema a golpe de mensaje, compartido y RT, usando los gifs de gatitos para limpiar el paladar. ¡Y sin salir de casa!
7. Pero te afecta en la vida real. Y no para bien.
La segunda parte del estudio de Martin señala cierta correlación entre enfadarse en Internet y seguir así en la vida real, o adoptar otras emociones negativas. Estar todo el rato enfadado no es bueno. Peor, la gente que está enfadada todo el rato termina pegandótelo. Y eso tiene consecuencias en la vida real.
Haz caso a Yoda, la ira sólo lleva al Lado Oscuro de la vida real: la bajona en forma de estrés y ansiedad (y a problemas coronarios, diabetes, enfermedades nerviosas o sufrir más accidentes de tráfico).
8. ¿Hay alguna alternativa?
Sí, el asombro y la fascinación. Son cosas que se transmiten aún más rápido, según John Berger, que se dedicó a analizar 7.000 post virales y sus reacciones. También explica la cantidad de compartidos “alucinantes”, “fascinantes”, “sorprendentes”, y el resto de adjetivos atrapaclics. Funcionan. Porque quieres sentir eso. Y son más positivos que la rabia.
Por cierto, el estudio de Berger también señalaba que mostrarse muy cabreado en los comentarios de un post no afecta en absoluto a que siga expandiéndose. Y también es uno de los motivos por los que la tendencia global de los medios desde hace un año es arrinconar, esconder o directamente eliminar los comentarios : la gente enfadada sólo sirve para acaparar o reducir el debate que buscan los lectores que no quieren recurrir a la gozadera de la ira.
9. Eliminemos la furia de Internet: colonicemos las estrellas.
Si hay algo que une es ir al espacio. Las hazañas de las sondas de la NASA, el estar todos cogiditos de la mano virtual ante el aterrizaje de un robotito en Marte, ver cómo algo construido por el hombre se posa en un cometa… Incluso que un astronauta canadiense versione a Bowie desde la estación espacial o Baumgartner salte desde la estratosfera hasta nuestro planeta. Son algunos de los mayores virales de los últimos años, de alcance planetario. Y la prueba de que el espacio nos asombra y nos fascina más que los gatitos.
Con lo que nuestra propuesta para arreglarlo todo es la misma que tiene Stephen Hawking. El científico está convencido de que si no retomamos la carrera espacial en serio nos extinguiremos enseguida. Nosotros también, pero por otros motivos: o empezamos a producir versiones reales de The Martian o vamos a morir muy enfadados.
Obtenido de la red.
Fuente:
http://www.revistagq.com/la-buena-vida/articulos/indignacion-enfado-internet-infeliz-vida-real/2 3439
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Cariños, Sheis
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