Desde adolescente que empecé a escuchar hablar sobre drogas y adictos a ellas.
De mi grupo de amigos estimo que la mitad se drogaba. Corrían los años setenta y a pesar de las dictaduras esto era moneda corriente. Tal vez porque a los dictadores les interesa más combatir lo que la gente tiene en la cabeza antes de lo que se mete en ella.
Jamás me van a ver criticar a un adicto, porque en cierta forma todos somos adictos a algo, inclusive a no ser adictos. Como me dijo un profesor de criminalística: si pongo sobre la mesa marihuana, cocaína, LSD, tabaco, chocolate o bebidas alcohólicas, cada quien elegirá a que hacerse adicto. Aclaro que el chocolate produce adicción, algo que hasta ese momento yo ignoraba. Entonces, la cuestión es porqué alguien cae en una adicción, cual es el factor que lo empuja a ello produciendo primero una dependencia psíquica y luego la física de la cual es muy difícil salir. Egidio, uno de mis amigos, a sus dieciocho años tenía todo lo que se le ocurría… ¿tenía todo en realidad? Entonces ¿por qué estuvo al borde de la muerte por una sobredosis?
Con el correr de los años fui acumulando preguntas y cada tanto descubría alguna respuesta sin buscarla.
Un buen día la vida me llevó hasta el Noroeste Argentino, a Jujuy más precisamente. Allí conocí gente no solo originaria de allí, sino a muchos turistas de todo el mundo que tienen la costumbre de alojarse en hosteles. Una mañana propuse que hagamos un asado para todos lo que allí estábamos.
Junto a otro turista nos encargamos de ir a realizar las compras. Íbamos caminando por una calle de Jujuy cuando me señala una casa y me dice “ahí hay juego clandestino, las mejores putas y droga de la ciudad”. Supongo que lo dijo porque al verme de pelo largo y un cierto aire bohemio creyó que yo “era del palo”. Ahí quedó la cosa, hasta que unos días después paso por el mismo lugar acompañado por dos periodistas amigos les comento lo que me habían dicho acera de esa casa de puertas negras. Y me lo corroboraron. Les pregunté cómo es que a ese lugar lo conocen todos y a pesar de su ilegalidad sigue funcionando, me respondieron casi al unísono: es que la dueña del lugar, es una jueza. Y entendí. No era la primer vez que me enteraba de algo así, y pensé para mí “ya deja de ser tan estúpido y no te asombres”.
Luego siguió mi viaje a Potosí, Bolivia. Toda una aventura digna de un relato aparte. En la ciudad fronteriza de La Quiaca me enteré de que si se iba al hospital y se contactaba a una tal Edith, por unos poco pesos te llevaban abordo de la ambulancia lo que quisieras y sin preguntar hasta Jujuy, eludiendo de esta forma los dos controles de Gendarmería, el de Tres Cruces y el de Purmamarca, ya que la ambulancia cuando traslada a un paciente tiene ruta libre. En Villazón, del otro lado del río que es la frontera natural entre ambos países, me enteré como pasar cosas a través de la frontera y fui testigo viendo desde el puente como a unos trescientos metros de distancia pasaban una heladera, entre otras cosas. Parecía una fila de laboriosas hormigas. Junto a mi, también observaba todo un gendarme.
Desde ese entonces, ya han transcurrido más de doce años, tiempo durante el cual me dediqué a investigar la historia del narcotráfico, más aún cuando los políticos de turno se arrogan grandes victorias en la lucha contra los narcos. Desde ya aclaro que es todo una sarta de mentiras y palabrerío tendiente a recolectar votos.
Mucha de la información que fui acumulando ya no se encuentra en internet, sencillamente alguien ordenó que desaparezca.
Si a alguien le interesa recorrer la ruta histórica debería empezar con las Guerras del Opio, pero si bien son el origen histórico, el nudo de la cuestión comienza durante la Segunda Guerra Mundial con la creación de la Oficina de Asuntos Estratégicos u O.S.S. según sus siglas en inglés (Office of Strategic Services). Antes de la guerra cada arma de los Estados Unidos tenía su propia central de inteligencia y utilizaban distintos códigos, lo cual dificultaba sus tareas a la hora de compartir información. Roosevelt crea el 13 de mayo de 1943 la O.S.S. para unificar las tareas de inteligencia. Durante el desarrollo de la S.G.M. la O.S.S. entrenó a más de doce mil agentes que realizaban tareas de espionaje inclusive ilegal para las propias leyes estadounidenses, pero para realizarlas necesitaba dinero y la forma de obtenerlo no podía ser legal.
La rama de inteligencia de la marina de Estados Unidos contacta a un tal Salvatore Lucani, más conocido como el capo mafia Lucky Luciano, para que ponga su organización al servicio de la “patria” y garantice la seguridad en los puertos y evite cualquier tipo de huelga que boicotee el envío de pertrechos a Europa.
A cambio le ofrecieron la libertad en el año 1942. El mafioso accede, pero su socio Anastasia aprovecha la oportunidad para intentar desplazarlo y se sospecha que fue el autor intelectual de un sabotaje en el cual resultó hundido en la bahía de Nueva York el SS Normandie.
Como haya sido esa parte de la historia, Luciano fue extraditado a Italia, más exactamente a Sicilia. El plan era preparar la invasión de Sicilia con la ayuda de la mafia. Quienes hayan visto la película El Padrino, recordará que el personaje Michael Corleone luego de un asesinato es enviado por su familia a Italia. Bien, esto tiene una pequeñita parte de verdad. La realidad es que Luciano, desde Sicilia, además de estar al servicio de la O.S.S. controlaba la ruta del narcotráfico desde Medio Oriente y con esos fondos financiaron las operaciones clandestinas de inteligencia. Un trato similar se realizó con la llamada mafia China en el frente del Pacífico.
¿Cómo sigue esta historia? Pues un mes y medio después de finalizar la S.G.M. cuando el 20 de setiembre de 1945 el presidente Truman disuelve la O.S.S. para dar nacimiento a la Central Intelligence Agency, más conocida como la CIA.
Termina la guerra, pero ¿finalizaron también los negocios?
Siempre digo que no soy el dueño de la verdad, y me baso en hecho históricos comprobables, objetivos. A partir de ello puedo deducir acertada o erróneamente, pero más allá de ellos, dejo sobre la mesa las piezas y que cada quien las acomode como crea que es correcto.
El Gato (Salem)
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