A falta de carné sideral, Isaac Prócer y sus amigos, la emprendieron con sustancias adictivas, psicoactivas y estimulantes. La primera mitad de la noche fue acorde con las expectativas; pero dado que con tales métodos se forman- lo que uno llama- "bucles", lo siguiente fue acabar en una cuneta y con el cárter del vehículo perdiendo aceite.
Mientras, la señorita Guapi Pardo de Merino, que estaba esperando que Isaac Prócer acudiera a hacerle una limpieza de bajos, tuvo que cambiar de planes, pues Isaac Prócer andaba entonces en mitad de un paraje solitario, rodeado de naturaleza y maldiciendo su suerte.
Cuando I. P. llegó a casa, otro se había encargado de su misión de aquella noche. Se trataba de un individuo caucásico, sin carné sideral también, pero que conocía lo de los paraísos artificiales y los bucles. Y es que hay que saber de todo la segunda parte. El día que lo dieron en la escuela- se ve-, no acudió Isaac Prócer.
Un resfriado, probablemente, le jugó aquella mala pasada, aunque tampoco se descarta algún género de deserción o algo de tal corte.
Por lo que se lo repito yo para que esté al tanto: tanto lo de la limpieza de bajos como lo de los “bucles”. A no ser- va en gustos- que lo que le guste sea estar rodeado de naturaleza y dejar a los amigos tirados en el campo de buena noche. Y, sobre todo, eso: que no hay que faltar a clase; o, al menos, si no se puede evitar, tener la prevención de pedir los apuntes a un compañero al día siguiente.
Básicamente, por si algún lector no pudo asistir aquel día a clase tampoco, consiste ( lo de los "bucles", me refiero) en que las sustancias psicoactivas una vez consumidas no son de quita y pon como se puede hacer con una chaqueta- por poner un ejemplo-. Una vez dentro mandan ellas; no hay vuelta atrás: que es el handicap principal del asunto, tanto si es lunes como si es martes.
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