Inicio / Cuenteros Locales / atolonypico / Gente blanda.
Me metí yo una noche quince rayas. Parecía un jaguar. Tenía más reflejos que un gato. Subí a cabina y le dije a Chimo Bayo que ahuecara. De no haber sido por los seguretas aún estaba poniendo discos.
Aquello eran noches. Bastaba con llevar mil duros en los bolsillos para pasarlo bien. Era sólo cuestión monetaria. Pero me supe quitar. No sé si milagrosamente, apareció aquella especie de miembra del ejército de salvación por la discoteca. Y me sacó del mundo.
Hoy lo hemos enterrado. Se lo dije. Que esto de la coca es sólo para unos años. Empezó a llamarme vendío mientras se agitaba frenético en mitad de la pista. El caso es que normalicé mi vida: se acabó el narigo, el tuneo de coches, la pista de Silla y todo aquel lío. La Silla la cambié por el sofá. Hasta tengo hijos. Ni bebo, ni fumo. Estoy hecho un león. Ayer me llamó la madre del amigo. Tximo, Tximo- me dice. Te tengo una noticia.
Nada, una sobredosis de droga.
LLegamos al tanatorio. Como en éxtasis estaba el tío. Tranquilizo a la madre. Ya ha encontrado la paz. Ya está bien, le digo. Encuentra escaso consuelo.
Y pensar que lo metí yo en aquello.
Me llega mi señora con inquisiciones y preguntas. Gente blanda, gente blanda- para quitármela de encima-, le digo.
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Texto agregado el 21-05-2019, y leído por 80
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