Escribo por temor a no expresar con palabras, lo que causa en mí un agobio, en este cuarto de dormitorio, que oigo voces pero lo que escucho son llantos, miro labios que representan pasión pero observo repulsión de una relación que ya, yace sin vida, hurgo en un cuerpo pero lo que siento son decantos de un amor que desconoce el ruido sin preludio de un corazón que agitado fallece por la ausencia de vehemencia que causa tu presencia
Dudo de lo que pudo y no pudo ser, de aquello que suelo analizar para en seguida desconfiar y pensar si te puedo atar al carmín de mis labios, sin notar si quiera el número de intentos fallidos que se mantienen cautivos en la letanía que impregna de sudor frio el camino de mis plegarias por una vida de agonía sin ti, Oh musa mía.
Oh, musa mía que recorres vías de una vida vacía, de aquella semilla destruida por el odio, que solo crecía, ofrecía y mentía una vida de lujos y fantoches, amor por las noches que calman tus reproches, tras millar de derroches solo vives en medio de tristes noches
Oh, musa mía, abandona esa grosería, despídete de aquel tipo y su guarrería, ven llena tu vida de alegría y comprueba que la palabrería no es cosa mía, te mentiría que no habrá noche o triste día, pero es sabiduría reconocer que no hay alegría que no dolería, si no, a qué sabría la gloria que se esconde bajo tú memoria, una vez más lleno de euforia replico, oh musa mía acompáñame en esta sinfonía, seremos un alma unida y que así lo decida la vida.