Cuando los españoles invadieron dramáticamente la capital imperial, ya habían transcurrido muchas centurias de producción artística en el territorio amplísimo del Tahuantinsuyo, y la riqueza del Cuzco asombro a los conquistadores que nada sabían de tan maravilloso pasado; la irrupción española trajo sus elementos de cultura, que luego se incorporan en el desarrollo del mestizaje, del que surge como consecuencia lógica una nueva manera de expresión artística.
Tuvo excelentes cultores y se pintó sobre madera, en lienzo, en cobre y en piedra de huamanga, los pintores empezaron decorando retablos y los temas que más explotaron fueron los religiosos, predominado los símbolos, su colorido se reciente de pobreza y su técnica es defectuosa, pues carecían del verdadero sentido de los planos y de la perspectiva, junto a cuadros religiosos abundaron retratos de virreyes, arzobispos, rectores de san marcos, toda suerte de funcionarios reales de gran valor artístico y documental.
Los más notables pintores limeños fueron:
Cristóbal Lozano, Cristóbal Daza, Matías Maestro, José Díaz, José Bermejo, José del Pozo, Francisco Bejarano y José Gil.
Se dice que fue José Gil el que establece contacto entre la colonia y la república, era un notable retratista y era llamado el mulato Gil, muy estimado en esta ciudad virreinal donde pinto excelentes retratos y más tarde residió mucho tiempo en Chile, donde también se hizo famoso.
El jesuita Pedro Lozano en carta del 1 de marzo de 1747 dice que había en las iglesias riquezas inmensas en pinturas, vasos de oro y plata guarnecidos de perlas y piedras preciosas, al que se añadía nuevo primor y precio lo delicado del buril.
En el aristocrático y por entonces privilegiado arte de la platería, los limeños alcanzaron honores y gloria, en altares, imágenes, cálices, tibores, crismeras, andas, exvotos, vestiduras recamadas, lámparas, incensarios, candelabros y otros objetos de arte religioso así como del arte profano, se aprecia la habilidad del platero y del batihoja de esa ya lejana edad, desde luego merece especial atención la delicadeza con que eran ejecutadas las custodias de plata y el refinado gusto que en ellas se ponía, como lo fue la famosa del sagrario de la iglesia metropolitana y que costo sesenta mil pesos y siete años de labor a los insignes artífices Dávalos y Palomino, según referencia del Diario de Lima del 30 de marzo de 1791 y que cita el señor E Gutiérrez de Quintanilla en su obra “sobre bellas artes”
Los grabados de arte de la platería limeña tomadas de las obras de los esposos D´harcourt que exaltan el arte Peruano y ponen de manifiesto el grado de perfección que en esta vertiente de actividad creadora se logró alcanzar en la época virreinal, arte propio de América desde las culturas primitivas.
En el recamado y bordado con plata para casullas, velos, túnicas, mantos, el limeño y especialmente la limeña mostraron excepcional aptitud, desde luego se sirvieron del modelo europeo, aun cuando pusieron lo nuestro al decorar, por ejemplo las casullas con motivos de la flora y la fauna americanas, en cuanto a vestiduras sagradas, son famosas las riquísimas de nuestra señora del Rosario de los Españoles que se veneraba en el templo de Santo Domingo, y que fue obsequio de Carlos V vestiduras en que la plata anda en magníficos y bellísimo derroche.
Desgraciadamente mucha de esa riqueza pictórica se ha perdido, o mejor dicho emigro del país debido al comercio ilícito, hasta que se dio el decreto del 7 de julio de 1856 durante la época del ministro del Mar, en esa ordenanza se inventariaron todas las obras de arte existentes en conventos y establecimientos públicos.
Es una lástima y grande que aún no se haya escrito la historia del arte colonial Peruano sino fragmentariamente y por lo tanto, es difícil apreciarlo en detalle fuera de las impresiones directas que del mismo se recogen, ya que los datos sobre artífices, épocas a que pertenecieron y otros confluyentes andan desperdigados en documentos que es difícil hallar juntos desde luego queda fuera de esta apreciación, la obra admirable de interpretación del arte Peruano colonial que cumplen en todo cuanto concierne a sus tendencias y trayectoria así como a su espíritu, el Peruano Uriel García y los Argentinos Noel y Guido
Tal es en síntesis no bien trabada el arte limeño de la colonia, aura edad cuyo recuerdo se posesiona lleno de luz en nuestro espíritu en esta hora de excepción.
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