Corredora inmortal
La calle vacía, todos fuera del alcance de todos, solo tú. Sola y tu “casa propia”, la que vuelve al barrio en tus pies que corren, la belleza enfundada en lo inolvidable de tu torso, ave que vuela, vuelo al ras del suelo, y se va por los aires calurosos del verano, cuando el sol baila solo. Y vos apareces en el rugido de los cuarenta grados, en las piedras que se derriten en el verano, que no se han ido porque esperan que pases corriendo con tus calzas que son los acordes de melodías de los “ismos” que querían llegar lejos de la humedad y del almidón, que preguntaron ¿que era la belleza?, ¿qué es el arte? el arte son sensaciones que nacen en tu espalda con el lenguaje de tus piernas largas y redondas.
Las tardes mágicas aplauden, y están hechas de todo lo sexy que puedes parecer, gitana moderna de sesenta minutos de trote y abdominales, bailarina del hombre que busca su destino. Más cerca de nosotros que somos cientos de miles tras de ti en la ciudad, en el asfalto que es la más feroz de todas las avenidas fashion week en el sur del mundo. Y es el único que pasa cerca de tu corazón, de tus lentes oscuros, sonrisa ganadora, grandísima ganadora, que nos dejas a todos atrás tuyo, perversa ganadora eterna de lo que un varón busca en el verano de la imagen y de las mil palabras sensuales.
Parece que fue ayer el recuerdo de toda tu sensualidad, que corre, corre tras el sol de la tarde, que se esconde, y el amor por ti todavía es bravo iracundo, para que se esconda también con la estrella cercana, ese tu amor que se esconde con el sol, el mismo de hace diez mil años.
El vertiginoso sonar de toda la sangre dentro de tus pies, dentro de tus piernas, todo lo que queda alado tuyo es vacío, no hay nada más, que tus bellos muslos que corren y corren. Por todos los lados nadie se detiene, es una caravana de corredores tras tuyo, tras de tu estela, no sé qué tan detrás de tu espíritu.
Todos los símbolos son de tu paso, unas fotos que solo puedo ver cuando te recuerdo, solo cuando sonríes al poner tus cds, y comenzar a correr, correr, alcanzarte con una mano, miras y ríes, miras y sonríes, todos los muchachos tras de tu walkman, tras de ti como el último verano que nos veremos después del colegio, de la universidad, en la última fiesta donde bailaremos hasta olvidar que somos pies y corazón del largo camino a casa. Hasta olvidarnos de cuando perdimos la inexperiencia en aquel verano en que solo sonaron trompetas, y el piano de Satie era un dibujo en carboncillo. Si, me pareció ver a Gymnopédie uno, pero eras vos que ya ganabas en las vanguardias, ganadora incurable de años. Vos, femenina ausente presencia de hoy.
Vos belleza veraniega que te fuiste de nosotros tan temprano, antes de llegar a ser madura. Belleza que te fuiste frente a las ruedas asesinas del verano último de nuestras vidas. Belleza espéranos con tus pies de sangre ahí donde ya no habrá melancolía de tus veranos de ganadora. Inalcanzable ganadora de todos los ojos masculinos del verano.
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