Estaba uno tan bien que era con uve, o con "b", pero entonces muy bien. No se avecindaban fiestas, lo que venía siendo una garantía de tranquilidad, ni había por qué lanzar cohetes ni repartir albricias. Todo muy económico. Llevábamos una vida tan resueltamente insípida, que se podía poner sin tilde. A lo sumo, como novedad, uno podía esperar que le cayera la proverbial teja en la cabeza. Lo demás estaba tan trillado que apenas siquiera había margen de maniobra. Lo único que uno observaba era lo de no hacer absolutamente nada, a no ser colocarme frente al ordenador a disparar paridas y no menos fútiles pensamientos.
Podía muy bien contarse por décadas el tiempo que uno no había echado risotadas con los amigos, pero no creo que sea un mal de sacarte con los pies por delante. Bastaba con intentarlo. Ir probando: ja, ja, jajaja, jaja. Era fácil.
Por aquellos tiempos me habían encargado la letra del himno de un pueblo.
Se lo recitaba a mi mujer, a ver qué le parecía.
Empezaba así.
(El nombre lo omito, por no herir susceptibilidades)
villa ruin,
donde las haya.
Tras tus puertas y blasones,
sólo cobardes se hallan y ladrones...
( y seguía con otras lindezas por el estilo)


Por lo menos a ella le hacía bastante gracia. No sé a los lugareños, aunque andaban tan distraídos metiéndose en la vida de los otros que lo mismo ni se daban cuenta.