No te detengas nunca,
tú me elegiste.
No puedes detenerte ahora,
tu libertad no puede
hacerse la distraída.
No puedo ir así, buscándote
por detrás de las gentes
para no separarme de ti,
ni seguir dando vueltas y vueltas,
esclavo de tus caprichos.
Te quiero ahora,
desde fuera y por arriba,
soñándome un sueño,
y no un quererse quieto, apagado,
sino un querer en busca del fondo.
Que para eso tú me elegiste,
tan desprendidamente
que no sé por qué, ni cuando,
ni cómo, pero me elegiste,
sin reservar dulzuras,
o al menos, eso dijiste. |