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Lo primero que impacta al abrir la puerta de la casa, es el silencio, el silencio y el olor a encierro, como si abriera las puertas de un sepulcro.

En realidad la casa es casi un sepulcro, ninguno de los que la habitaron está ya en este mundo, sin embargo sus sombras aún deambulan por los rincones. Era por esa razón que mantenía todo cerrado, no quería perderlas, ya había perdido demasiado.

Las sombras comenzaron a hacerse dueñas de la casa, era lo justo, ellas estaban siempre allí. Yo debía continuar con una vida más o menos normal; trabajar, visitar amigas, salir a cenar algún sábado, hacer compras; la rutinas de la vida. Las sombras no, ellas se quedaban en ese lugar al que pertenecían y ni siquiera les estaba permitido hacer el viaje tras los cuerpos que las habían proyectado. Yo se los había impedido, yo era la que había decidido que ellas se quedaran.

Mis amistades hacía tiempo que habían desistido de visitarme, preferían invitarme a sus casas o encontrarnos en cualquier otro sitio. Creo que presentían que algo no andaba bien allí, incluso mi amiga Lucía me había insinuado que la casa le producía escalofríos.

- Esa casa tiene muchos recuerdos tristes y no te hace bien, deberías mudarte – Esa era su frase preferida, pero yo la ignoraba porque esos recuerdos tenían vida y no pensaba ni remotamente abandonarlos.

Mi poder sobre las sombras se manifestó en mi más tierna infancia, debía tener siete u ocho años, no recuerdo bien; por esa época supe que la abuela estaba muy enferma y que probablemente muriese. Me enteré por andar entre los adultos, sin que ellos notaran mi presencia; por escuchar llorar a mi mamá cuando se creía sola y sobre todo, por ver a la abuela todo el día en su cama, sin ánimos para hablar o hacerme una de sus juguetonas caricias en la cabeza.

Cuando comprendí lo que ocurriría me dio mucha rabia, no quería dejar de tener a mi abuela, ella era quien me contaba cuentos en las noches o se sentaba paciente a coser vestidos para mis muñecas. Ella nunca estaba enojada y además tejía las bufandas más cálidas del mundo.

Esa noche entré a la habitación de la abuela y me senté sobre su cama, el movimiento hizo que abriera los ojos y me dedicara una dulce sonrisa, yo le sonreí mientras con el rabillo del ojo veía a su sombra parada, esperando a su dueña, para partir con ella. Con suavidad, para no inquietarla, me acerqué a la sombra y le pedí que me siguiera, la llevé hasta mi pieza y la encerré en el armario sin que ofreciera resistencia.

A la mañana supe que la abuela había muerto durante la noche, pero eso no me preocupó, sabía que parte de ella estaba a mi lado y ya no se iría nunca.

A medida que fui creciendo tuve otras pérdidas; mis padres y mis hermanos, víctimas de una extraña enfermedad que me los fue arrebatando sin piedad, aunque siempre llegué a tiempo para apropiarme de lo que me interesaba.

Pero, así como obtuve sus sombras, así también fue en aumento mi insatisfacción y deseaba más, ya no me conformaba su compañía silenciosa, su deambular por los rincones, su reflejo en las paredes, necesitaba más. Los quería vivos.

Pasé años leyendo libros antiquísimos, buscando fórmulas de hechicería, visitando lugares sagrados, analizando cuanta religión o secta hubiera en este mundo, invocando tanto a dioses como demonios. Pero jamás encontré la manera de que esas sombras recuperaran la vida que las había abandonado, hasta que lo encontré a Él o mejor dicho, Él me encontró.

Él no tiene nombre, ayer cuando llegué a la casa y abrí la puerta sentí un olor diferente, olor a tabaco fino, me sorprendí y pensé en algún ladrón; pero no, en la cocina estaba Él, como si siempre hubiera estado allí, fumando tranquilo un largo cigarrillo.

Extrañamente no me sobresalté, creo que sabía quien era antes de escuchar su voz cavernosa y sensual, una voz que se apoderó en forma inmediata de mi voluntad, una voz nunca escuchada pero que me dejó totalmente subyugada, hasta el extremo de experimentar la sensación de un goce sexual.

Hablaba en un idioma extraño, pero le comprendí cuando dijo que tenía el poder suficiente para lograr que las sombras recuperaran la vida, sólo tenía que aceptar entregarme a él en cuerpo y alma, sin ninguna reserva y todos aquellos que una vez amé, dejarían de ser sombras.

Subyugada y embriagada por el encanto de su voz y su presencia, acepté sin titubear, no tenía nada que perder y sobre todo; sobre todo, comprendí que lo deseaba con locura.

Sentí la humedad tan característica en mi sexo al mismo tiempo que unos placenteros escalofríos me recorrían íntegra, mientras sus dedos hábiles y sensuales me despojaban de cada una de las prendas que me cubrían, hasta dejarme totalmente desnuda. Anhelante comencé a desvestirlo y, ante mis ojos, se fue revelando su cuerpo perfecto, su miembro erecto y sus aterciopeladas y negras alas que habían permanecido ocultas bajo su abrigo. Creo que sentí aún más excitación. Me penetró una y otra vez y cada vez le pedí más y más, hasta que me desmayé ahíta de placer, sin importarme si cumpliría o no con su promesa.

Cuando desperté del desmayo Él ya no estaba, sentía el cuerpo dolorido y extenuado por el frenesí sexual al que lo había sometido. Lentamente me levanté del suelo dónde nuestros cuerpos se habían revolcado en éxtasis pasional, cuando de pronto escuché risas en la cocina, tambaleante me acerqué a la puerta y allí estaban ellos; mi madre cocinando, mis hermanos jugando en el piso, papá leyendo el diario y la abuela tejiendo una larga bufanda, sentada en su mecedora al lado de la ventana.

¡¡Él había cumplido!!! Lágrimas de alegría comenzaron a correr por mi rostro y sin importar mi desnudez ni las marcas rojizas de sus dientes sobre mi cuerpo, irrumpí en la cocina gritando enloquecida, llamándolos por sus nombres, intentando abrazarlos, tocarlos, besarlos, sin poder hacerlo; ellos estaban vivos, pero ahora yo, yo era una sombra.

María Magdalena Gabetta

Texto agregado el 12-05-2019, y leído por 226 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
13-05-2019 Muy ameno relato. 5* jdp
13-05-2019 Muy buena historia, la entrega total te lleva a un inesperado final. 5*s Un abrazo Shou
13-05-2019 Espero que sea una hermosa fantasía yosoyasi
13-05-2019 Buenísimo tu cuento fantástico (eso espero), lo has llevado de manera magistral, me atrapó de principio a fin. Te felicito. Un beso, Carlos. carlitoscap
13-05-2019 Hace tiempo, lo confieso, que quedo mudo después de leer un cuento. A semejanza de una sombra, valga la comparación, fui avanzando en la lectura, hasta llegar al inesperado final, que fue un broche que cerró la vivencia. Lo acostumbrado sería otorgarte los codiciados 12 PUNTOS, pero en este caso, dejo 1 más de yapa, pues lo mereces. Un abrazote inmenso amigaza. Abunayelma
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