Mi viejo agarró la 45 y vació el cargador sobre el césped del fondo.
Fueron cañonazos. Se habrán escuchado hasta la estación.
Después, mientras gritaba como un loco, metía algo en una caja.
Se fue acelerando a fondo nuestro Chevrolet destartalado.
Al rato largo pasé por el comedor.
Mi vieja lloraba sobre el delantal de cocina.
Faltaba media biblioteca.
Texto agregado el 12-05-2019, y leído por 90
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