Vístete, desvístete…A falta de
poemas que coincidan,
fanáticamente hilvanados,
está la vida que nos recuerda lo
que fuimos, lo que somos y como
un haiku ingenuamente construido
nos muestra lo que no podremos
ser o lo que pudiéramos ser.

Una almeja ilusionada, sin pies ni
arrecife, como el más curioso
vertedero de esos amores
microscópicos e indescifrables;
Que llegan silenciosos y espumosos
con cada marisma, y que, como
un dictamen numérico, son
asesinados por un poeta cada
diez generaciones.

Ahora es cada cinco, pero no los
extinguen tan prolijamente, ni
con la misma pasión.
Quizá porque ya no alcanzan a ver
tan siquiera el borde de las rocas
húmedas y solo se concentran
en el golpe anunciado.

Ya no se dejan abatir por el abrazo
y la palabra inesperada…No importa
que sobreviva a la pira suasoria del
deseo o a la inefable sentencia
de tu boca…
Pero vos, nunca te cierres deja que
el tiempo muera fervorosamente
por un brevísimo instante en las
extremas curiosidades de tu encanto y,
diáfano, prosiga a través de la blancura
de tu amor.