A Federico García Lorca
Alma negra usurpadora,
don que atrae a todos.
Brillo ausente de tus ojos,
duende,
más la gracia y la belleza.
Y tu luna andariega de día,
y de noche luces celestiales.
Y tu alma es el puerto,
barrio y aguardiente,
del que salen los gritos,
los bramidos de Granada.
El sueño elocuente,
juvenil,
desbocado,
luego madurez que salpicaba,
y amansaba al culto,
y a la más popular,
juerga andaluza.
De los últimos resplandores.
del rostro verdadero,
callejas caminadas solas,
cantan gorriones y leones,
de noche alba,
de noche vestida de novia.
Entonan luciérnagas el otoño,
que huye de campos lejanos.
A la noche quieta se la ve,
traspasar tus espejos,
llegan y llegan,
grises y brillosas imágenes,
las que no hablan,
y solo ríen lujuriosas,
cante jondo apasionado.
Más no podremos tocarlos,
acceder y sumergirnos,
Sin una pena,
Sin un canto,
ni con manos cercenadas,
ni elevarnos sin alas,
a tus escritos y sollozos.
Te fuiste Federico,
¿Porqué?,
te sacaron de nosotros.
Caminante sin muerte,
más presente que la ausencia,
mas humano que el huérfano,
mas divino y más gitano.
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