Dos viejos proverbios caminaban con paso lento por la acera. Entre quejidos y recriminaciones varias, comentaban ambos sobre la crueldad de los tiempos y la iniquidad de las nuevas generaciones que no respetaban la tradición.

-Somos dos carcamales de los que ya nadie se recuerda. Muertos en vida, a un tris de ser sepultados para siempre.

-Es así, mi querido. Así es la existencia y así es el destino de nosotros, los proverbios.

Un acento que aguardaba un aguacero para confundirse entre los goterones, ya que esa era una de sus más preciadas entretenciones, había escuchado las últimas palabras de los proverbios. Les dijo:
-Así és, mís señóres, así és. (Era reconocido por ser un acento muy acentuador.

Y por paradoja, esas palabras acentuaron la desazón de los viejos proverbios.

Tres puntos cruzaron la calle y se sacaron una selfie, ya que eran tres puntos muy acordes con la moda de las fotografías autorreferentes. Aunque parezca increíble les mostraré a los lectores una imagen que de ninguna manera podría verse teniendo como instrumento sólo al alfabeto. Pero vamos, la historia la estoy escribiendo yo y les doy a conocer el resultado de la selfie: … Allí los puede ver, muy sonrientes y festivos. Los puntos trillizos, que eso eran en realidad, se aproximaron al grupo para averiguar que se traía ese par de vejetes reclamones. Ya los conocían y estaban seguros que fallecerían cualquier día ahogados en llanto o enredados en sus miembros artríticos.

-¿Cómo…están…los…señores? – preguntó el trío, preparándose para escuchar la retahíla de lamentos. Los viejos sólo alzaron sus hombros y nada dijeron. Desconfiaban de esa muchachada inexperta.

Fue el paso feroz de una consonante la que obligó al grupo a taparse sus oídos.
El acento, muy enardecido, levantó su voz para exclamar: -¡Ayyyý! Éstos bólidos mé ván a rompér lós tímpanos.

Los proverbios agregaron –No deberían permitir consonantes con escape libre.

En una fuente de soda llamada Times New Roman, los paréntesis conversaban de sus conquistas.
(-Ayer conocí a una i latina que me dejó prendado. ¡Te juro que cuando la recuerdo, siento que el corazón se me alborota!).
(-Mira tú. Yo, conocí también a una i latina, pero nunca pudimos llegar a comprendernos por el tema del idioma. Estuve de novio también con una ñ, pero la dejé, porque se ponía tan fea cuando hablaba. En realidad, nadie se ve muy favorecido pronunciando la ñ.)
(-Así es, amigo. Es la letra que va a terminar más arrugada con los años.)
(-Pero no te creas. Conocí a una y griega que no sé qué hace por estos lados, pero me da igual. Es bastante atractiva, tiene harto de arriba, aunque un poquito desmedrada para abajo.)
(-A calza corta, agujeta longa.)- respondió su amigo, mientras se empinaba una cerveza.

¿Quién? ¿Quién me llama? exclamó uno de los proverbios al reconocerse en dicha frase, ya que precisamente iban pasando por la fuente de soda. Los paréntesis no se dieron por aludidos y continuaron en lo suyo. La prosa, que atendía en el local, les rpreguntó a los proverbios si se iban a servir algo. Ellos menearon sus cabezas canosas y continuaron su camino, ya que sabían que cuando ella se enojaba, se transformaba en una esdrújula, herencia de su madre, que era aún peor: era sobreesdrújula.


En la plaza, la rima recitaba que era un gusto:
Mi corazón se me parte
me engañó el punto seguido
éramos mujer y marido
ahora él es un punto aparte.


Los peores de esta fauna eran los signos interrogativos que se pasaban la vida preguntando:
¿Y por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿¿¿¿¿ ?????
Bueno, les decían los periodistas, porque andaban con micrófonos preguntando a diestra y siniestra. Todo lo querían saber y preguntaban y preguntaban hasta hastiar a los interrogados.


El tema es, para concluir con este relato, que uno de los adverbios se enamoró de la esdrújula y recobró sus ansias de vivir. El otro, para no ser menos, conquistó a la rima y ella ahora se lo pasa haciéndole versos de amor.


Y el resto de los personajes, cada uno continuó con sus peripecias.

Ahora, me voy porque se aproxima el punto final y ya sabemos que cuando él ordena que terminemos, ni el papa puede decir lo contrario.


ACTUARON EN ORDEN DE APARICIÓN:


Proverbios
´
…
Consonante
i
( )
Prosa esdrújula
Rima.