Capítulo catorce. Steve Ray y el Círculo Púrpura
La noche estrellada del altiplano azteca cobija a Steve y Ninette. Conduciendo a una velocidad promedio de ochenta kilómetros por hora, nuestro héroe aspira el perfume de la noche a través de ella. La carretera es poco transitada. Steve toma un compacto de la guantera. Lo introduce al estéreo. Los mágicos acordes de los Rolling Stones se escuchan.
- Perdón – le dice a Ninette
La rubia esta relajada. La adrenalina generada por la persecución se disipa de a poco
- No se preocupe Steve, entiendo sus motivos – ambos hablan del móvil que arrojo por la ventanilla el detective
La mente de Steve redirige sus pensamientos. Tiene a Ninette con él. No puede regresar rumbo a Toluca. La posibilidad de que aun lo busquen el Corolla y los Kia es grande. Ve de reojo las piernas de la rubia. Unos deliciosos muslos los adornan. Ninette percibe la mirada. No le incomoda. Baja una de sus manos y la desliza en movimiento ascendente. No fue pensado. Ella también ha tenido presente a Steve los días más recientes.
Con la noche por cobijo. Sobran las palabras.
Steve olvida en esos momentos al Círculo Púrpura. Ninette sea cual sea su juego tampoco piensa en ello. Cruza la pierna y tararea la melodía. Steve se siente atontado. El influjo de la rubia entra poderosamente en su cuerpo. Un hormigueo comienza a invadirlo. Se hace irresistible. Ha soñado con este momento. Él tiene buena imaginación. La realidad supera con mucho a lo soñado. Hay un terraplén en la orilla del camino. Steve lo toma con cuidado. Sigue la marcha se estaciona tras de un macizo de arboles de frente al volcán Xinantecátl. El gigante le sonríe cómplice. Apaga el motor. También las luces. En el estéreo inicia la siguiente melodía de los Stones: ¨Let's Spend The Night Together¨
A Steve le parece que nunca fue más apropiada una canción.
Voltea a ver a Ninette. Rodea su cintura y la atrae hacia sí. Toma sus labios en un beso ardoroso, ahora no es una travesura. Steve se afana en la boca de ella. Su sabor es delicioso. Se remonta a las nubes. Ninette siente al detective. La oprime contra el asiento. Sus 94 kilogramos son tangibles para la rubia, que toma sus brazos a la altura de los bíceps. Se estremece. Ninette separa los labios. Parece querer decir algo. Él se lo impide, cuando se sumerge en su boca. Solo deseaba respirar. La mano derecha del detective se separa de la cintura, asciende con lentitud. En el camino saca la blusa de la falda. Recorre la cintura, pero ahora tocando la piel. Siente que arde. Rosa la parte inferior del brassiere. Siente el broche. Aun no -piensa- le gusta tomarse su tiempo.
Se separa de Ninette, sin dejar de acariciarla. La rubia toma aire, lo ve directo a los ojos. Extiende los brazos. Toma la cabeza de Steve, rodeándola, metiendo los dedos entre su cabello. Atrayéndolo. Steve besa su nariz, sus mejillas. Su frente. Desciende a su cuello. Siente los latidos acelerados cuando besa ahí. Saborea cada centímetro. La noche se incendia. Sabe que el universo conspira para este momento. Es la razón de ser. Baja aún más. Ninette suelta su cabeza. Extiende los brazos a los costados. Su mano derecha topa con el cristal de la ventanilla. Desliza los dedos, líneas se marcan en el cristal. Steve toma con los dientes el primer botón de la blusa. Sabe que hallara el paraíso cuando lo retire de su lugar. Retira las manos de la espalda de Ninette. Las dirige al frente. Saca el primer botón del ojal. Ve el rostro de la rubia. Ella mantiene los ojos cerrados. Expectante. Se mueve ligeramente. Steve regresa la mirada a los senos. Un brassiere en color rojo asoma entre la blusa entreabierta. Besa otra vez a Ninette. Mientras sus manos se aproximan temblorosas a los turgentes pechos de la rubia. Los acaricia sobre la tela. Ahora bajo ella. Aventura un par de dedos bajo el bra, la rubia se arquea, gime. Steve se consume. La boca de Ninette es un imán poderoso. Desliza sus manos a la espalda de ella ya con la blusa totalmente abierta. Localiza el broche del bra. Lo abre. Ninette gime, sus poderosos atributos se ven liberados.
Steve se separa un poco. Jala la blusa y la desliza por los blancos brazos de Ninette. La contempla extasiado. La besa. Se separa de nuevo, ahora saca el brassiere. Steve no puede contener más el deseo salvaje. Su corazón golpetea furiosamente en su pecho cuando abraza a Ninette con fuerza. Siente sus senos expandirse sobre su torax. Es delicioso.
La noche apenas comienza. A Steve le gusta visitar valles y bosques, mesetas y senderos. Ríos y mares.
Todo lo que es, lo tendrá Ninette esta noche.
De la manera mas profunda que pudo haber imaginado.
al pie del volcán xinantécatl
toluca, méxico
mayo, 2019
ray…
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