La vocación del humano
Astucia sonora,
viajas dentro,
donde vive el humano,
donde es el principio agazapado,
aquel pasaje huido iniciado.
El deseo ciego sin otredades,
por atrofiados caminos sin piernas ni brazos,
el buscador sin nombre va,
y te presiente,
te hurga ansioso,
homenajea y alaba,
sin decir palabra,
sin decir amores.
Solo dos vías:
insalvable equívoco,
uno de dos,
una sola vida,
la condición terrena,
cercanía de vida,
o lejanía de muerte.
O tal vez la voz diga del trayecto:
que a tientas estas manos frías,
anhelantes ojos sin descanso,
un golpe de postrer jornada,
escaramuza alejada de la paz esquiva.
Adentro,
no hay otro lugar,
Unamuno repetía y convencía.
Que está ahí la literatura,
al encontrar de vuelta lo que somos,
un nombre predestinado y primero,
en la vocación del ser humano,
felicidad que escolta el universo,
de una vida interiorizada.
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