I Utopía y duda

Voy a preguntarle a mi utopía
qué tímido deseo escondía
por detrás de ese mito engalanado,
qué respuesta debo esperar
a una pregunta que no sé si formulé.

Movido por un amañado instinto
he hecho inconsciente de mi utopía galana
una ideología velada
que en su autoengaño
alimenta una fantasía incontestable.

Desengañado con mí historia
voy a retornar al pasado
para preguntarle al mito
qué fue lo que me robó
y qué me dio a cambio
para forjar así mi própria mentira.

Voy a preguntarle a mi utopía
si aún queda en ella algo de su humildad,
aunque sea tan solo una tenue luz
que me ayude a retirar el vetusto barniz
que difuminó mis sueños
e ideologizó mi modesto deseo mítico.

II Utopía y búsqueda

Confuso, preocupado por la ausencia
salí sensato en mi busca,
desestimando gentil, sin querella
todos esos abrillantados adjetivos
que en mi inocencia creí ser míos.

Sereno, en contumaz obstinación
me encontré próximo del último lugar
en el que me vi, pero muy distante de mí,
entre el éste y el aquel
nació una predecible dualidad en conflicto:

Un uno que dicta un sentido práctico
que anula academicismos
porque si me pongo serio
eso me provoca la risa
y me desentiendo conmigo.

Un otro que tiene la seria mirada,
segura y firme, la voz grave
serena y decidida
es servil artimaña profesional
que alimenta falaz mi auto estima.

Un uno que profesa una fe ciega
que le distancia de la meta
en busca de desvariadas quimeras,
ilusiones perdidas, inútiles
que ofuscan la razón práctica.

Un otro que cree saber más de lo que sabe
y condimenta el discurso
con solemnes puntos suspensivos
que dan suspense al conocimiento
en una falsa retórica banal, hueca.

Entonces voy a preguntarle a mi utopía
si fue ella quién, víctima de su propio mito,
engañada e inocente,
la que con su forzada arrogante vanidad
me separó de mí , me distanció
y me enfrentó a mi propio ego.