A María Elena Walsh
Desafiaste hasta la muerte,
las bobadas de los adultos.
Viniste en febrero,
las cigarras cantaban,
y los nacidos entonces,
no nos quedamos quietos,
hiperactivos y desafiantes,
y con nuestras manos llenas de crayolas
enfrentamos a los gigantes.
Bajo el empedrado nos reuníamos,
para contarnos los cuentos,
mientras escuchábamos arriba,
la ruidosa guerra.
Y el rey cósmico salió a nuestro lado,
es la corona que a él le sienta,
no puede controlar a nadie,
solo es libre y le gusta.
Que buenas razones,
ser lo que somos,
levantar las manos y pedir más chocolate,
perderse en el cumple ajeno,
rompiendo una plantera,
y que papá sonría,
todo está bien.
Caminaremos saltando de vereda en vereda,
el destino no es estar aquí,
¿verdad María Elena?
quietos como enanos de jardín,
es también irnos para siempre,
dejando collares de risas,
en el cuello de abuela.
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