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-Pero Perdo, llevá el casco, haceme caso-
Pedro dice que no hay tiempo para eso.
-Mirá que es grande la moto, Pedro, y vas ligero...-
Pedro dice que èl es fuerte, es prudente
y además, está canchero...

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...La avenida. El sol de frente.
Brilla el busto anunciando aniversario.
Las cinco de la tarde, más o menos.
Horario en que los pibes salen de la escuela.
Y los padres, los vecinos, las maestras...
Mucha gente en la vereda
y en la calle, grande, serio, viene Pedro,
y algún taxi a la derecha.

Y viene Pedro,
y frena, y chau Viviana, y levanta la cabeza,
y esquiva, y dobla, y tambalea.
Y quiere y nopuede evitarlo, Pedro. Y se estremece.
Y el golpe.
Seco, final, definitivo. Su destino.
Y la gente corre, se detiene,queda inmòvil.
Grita,la gente, y enmudece.
La gente abre los ojos, los cierra torpemente...
Y Pedro, grande y serio, también ojos abiertos,
vuela, cae, queda inmòvil. La última mirada
y el silencio.
Y luego el envión de Dios que se lo lleva
a dar la vuelta eterna por el cielo.

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-Pedro, usà casco, haceme caso...-
-No insistas, mami, ya no hay tiempo para eso.
Y no te aflijas, vieja, no hace falta,
no usamos,los àngeles, el casco.Usamos alas...
(Ah! Y deciles a Pelusa, a Emiliano,
a todos los muchachos,
a las chicas que he amado
que no voy a ningún lado...No me extrañen.
Ahora,para siempre, estoy en todas partes.

En memoria de Pedro Araya.