Tres de la mañana una vez más, moribundo de sueño, aferrándome al insomnio
Darse cuenta que es una porquería tener que estar al otro lado de la pantalla y ser reemplazado por un renglón de tus propias palabras, una idiotez estar a cientos de kilómetros y sentir, lo que a dos metros si te viera…
Corro, grito, lloro, alucino, tiemblo, caigo de rodillas al suelo y nada, absolutamente nada parece detener aquel abrumador dolor que coge fuerza por las noches, se planta, se apodera de mi calma y que hace inca pie tal cual una herida, que pide sutura sin llaga alguna, que sin tener culpa crea una laguna de dolor, pues así fue tu amor, una índole de causas perdidas, noches de fantasía, promesas de una vida que duraron menos de un día |