Abrazados y entre suspiros nacen besos cada noche en las noches de la vida. Iba caminando y me quede observando el azul oscuro de la noche.

No pude evitar recostarme en el suelo de aquella terraza y apague todas las luces… la oscuridad se apodero de todo y pensé en Dios.

De pronto abrí los ojos, primero apareció un puntito brillante, luego otro y otro hasta que se formó ese gran firmamento y vi correr mi alegría entre aquellas pléyades preciosas.

Mi imaginación vuela rauda y empiezo a correr dentro del tamaño de mis diez años, allá, al fondo del firmamento un cuento nuevo iba ser contado y debía de escucharlo.

Su voz tenue y grave suena melancólica cuando me dice que debo regresar, que aún no es la hora y que aprenda a caminar sin ver la estela de letras que voy dejando con mi andar.

Gracias viejo poeta por este nuevo cantar y por ser en mí, la primer estrella que aparece en mis noches de imaginación.