Yo creía que un simple atardecer junto al mar le podía quitarle los candados a la melancolía. Pensaba que se iría el gris de la nostalgia que congela mi sangre mientras quema a la vez las pocas añoranzas mantenidas con vida. Creía que la brisa marina se llevaba las lágrimas de sal vertidas en la orilla. No supe ver las olas, mareas y desidia. Tampoco vi las sombras que insistentes crecían junto a las decepciones cuando el sol se dormía. Hoy comprendo que existen nuevos rumbos y sueños, aunque llegue la noche, y todo me recuerde a aquella despedida.
Texto agregado el 24-04-2019, y leído por 205 visitantes. (6 votos)