Los cafés se vuelven soñolientos
en marzo, con el inicio del otoño.
Almas solitarias, en horas muertas
semejan islas cercadas por tristes
grises que aparentan ríos perdidos.
Deslizan en calendarios de olvidos
abandonos donde medir los días,
en incesante lluvia de letargos.
En tanto, dejan que lento se enfríen
malogrados pocillos de café
que esconden una sutil derrota.
Tal vez malheridos por impaciencias
que les hicieron extraviar el rastro
de las estrellas y de otros puertos.
Texto agregado el 22-04-2019, y leído por 97
visitantes. (3 votos)
Lectores Opinan
22-04-2019
Bello como todos, con un dejo de dulce melancolía que le sienta bien. MujerDiosa
22-04-2019
Se siente el ambiente que describes. Me ha gustado. Un abrazo, sheisan
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