Has entrado a aquel bar chileno, al típico,
aquel donde aún se escuchan rancheras,
esos, esos mismos, aquellos al lado del mercado.
Entras y parece zona de guerra, mil muertos cien heridos,
algunos ni siquiera recuerdan porque fueron heridos o muertos,
otros se quejan del Fiurer, perdón, de la vieja,
que a pesar de los años y de las camorras
siguen amando al viejo...a pesar de su olor a sudor y del pipeño devuelto en la cama.
Ni pensar en las mesas pegajosas quien sabe por que,
serán años de limpiarlas con el mismo paño
o simplemente algún curado dejó caer su preciosa vida, su chuica de vino.
Que se yo, o esa vieja gorda que te mira como si aun tuviera hambre,
con un delantal manchado con una sangre roja de ketchup y mostaza,
y yo la miro como si fuera ella la culpable de tantos muertos...
Diablos y yo que entre sólo por una Fanta
y me encuentro envuelto en un mar de lamentos,
me miran como si fuera argentino, alemán o italiano,
como si jamás hubieran visto a alguien que no huele ni a poto ni a cebolla.
Me gusta Chile y el roto chileno, aquel que te dice ¡oye flaco dame una moneda!,
¡es para un pancito!, tu lo miras y te das cuenta que hace 20 años que no come,
que si persiste de pié es por el afán de volver a hundirse en su mar rojo,
de sangre tinta...o en un mata-corazón blanco...
pago por esa botella antigua que parece que está llena hasta el tope,
esa que solo venden en restaurantes..la vieja me alcanza un vaso manchado no se por cuantas bocas,
me sonríe y con una expresión que parece contorsión me pregunta
¿Desea algo más mijito?, Yo como todo galán de barrio, le respondo:
No gracias....
Para serte sincero hace más de 5 años que no entro a un lugar así,
pero cada vez que paso por uno cerca, me siento atraído a volver a entrar,
no por el olor a cigarro o a cerveza, ni por la vieja,
sino simplemente que jamás en mi vida me había sentido más chileno...
me aburrí de disfrutar por locales, como el Kentucky, el Pizza Hut, Starbucks
y otros tantos nombres gringos... para qué, si al final, me falta poco para ser vegetariano,
bueno el café no lo dejo porque es la mitad de mi sangre...el tinto menos....es la otra mitad.

Es un regalo para todos aquellos que alguna vez entraron a un bar como la piojera o el hoyo, que han probado los terremotos y las réplicas, y a los más cuicos que se pasaron al nacional, al rápido y al ex-bahamondes...y a aquellos que alguna vez entraron con sus abuelos al Paula, ahora reemplazado por un salón de helados, o que compraron empanadas para el día domingo en el Chez Henry...cerrado como dijo la Cuarta por "Administración Julera".Es un regalo para mi abuelo Lucho, ingeniero de Ferrocarriles, ya no me acuerdo de tí...pero se que fuiste uno de esos infaltables en los bares de santiago...