Yo espero por ti de la misma manera
que tú vienes a mí,
desnudos de ropajes que nos gastó la vida,
ofrenda impía en la hoguera sensual
que nos consume y nos execra.
Yo espero por ti con flores de ilusión
que me rodean,
con avecillas trémulas que aletean
cosquillando en el vórtice de mi boca,
con labios que se prohibieron el beso
y que hoy se ofrecen vehementes
a esta pasión que arrasa y enaltece
derrocando prejuicios y barreras.
Acaricio la tersura de tus manos,
me impregno de tu aroma varonil,
suspiro apretada entre tus brazos,
palpitando ante la promesa de la entrega.
Y te beso, por fin te beso,
barriendo con todas las angustias,
deteniendo todos los relojes
que marcaron impiadosos la cruel espera,
renaciendo ante la urgente tersura
de tu boca.
Por fin mi boca se fusiona con tu boca,
Por fin absorbo tu respiración
Por fin intercambiamos alientos
Por fin nos suspiramos y aspiramos,
Húmedos de pasión,
bebiéndonos, traspasándonos.
Nos acunamos mecidos en la mágica fruición
del beso prohibido culebreándonos el alma,
y por fin, unidos en el anatema del pecado,
derribamos las rejas que nos aprisionaban,
amándonos sin temores ni prejuicios.
María Magdalena Gabetta
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