Consciencia.

Cuando comencé a dormir tuve una especie de viaje astral, lo curioso es que nunca había creído en esas patrañas, pensé que eran cuentos que inventaban para ganar la atención de la gente y por supuesto, su dinero; para que otra cosa podemos ser tan dedicados y astutos. No sé cuánto tiempo paso después de que cerré los parpados, y; ¡Mierda! Estaba ahí, pero no era yo, era una especie de bola de luz caleidoscópica dando giros dentro de sí misma, abriendo y cerrando, cambiando de colores, de figuras geométricas pero siempre mantenía aspectos triangulares, de repente no la vi, me encontré con mi imagen, observaba mi cuerpo pero ahora de donde estaba esa pinche bola de luz titilante, yo estaba acostada medio desnuda, siempre me ha gustado dormir así; medio cuerpo fuera de las sabanas dejando mi trasero descubierto. Cuando asimile que ya no era yo, en mi cuerpo, sino en esta cosa geométrica me sentí aliviada, habían pasado como siete meses del accidente y lo que menos quería era regresar al cuerpo que tenía frente a mí, en ese momento deje ese dolor que se produce en la garganta cuando comienzas a llorar o como cuando te enojas, se fue, no lo sentía más, también desapareció la pesadez de mi cuerpo al no querer hacer nada, solo dejarse caer en cama y dormir.

De Carlos extrañaba sus caricias que siempre me ponían cachonda, no importaba en que momento me tocara, me ponía como un fiel conejillo de Pávlov, sin el babeo en la boca, pero ya saben dónde sí. Él era chaparro, no muy esbelto de su cuerpo, moreno, ni claro, ni oscuro, tenía un sentido del humor agrio, era de sangre pesada, cualquiera que lo veía empezaba a decir que ya le caía mal, incluso mis amigas me decían que era una miopendeja, que yo estaba re-buena para ese hobbit negro, lo que no sabían era que todo su aspecto cambiaba al estar en cama, a mí me parecía todo un William Levy pero sin ser naco, me ponía de todas formas; como las que vienen en el kamasutra, y otras que él inventaba, era un genio.

Al terminar de recordarlo y de todo lo que pasamos juntos fue disminuyendo la necesidad de hacerlo nuevamente, al no tener mi cuerpo no estaba atada a las leyes de la física, no tenía apetito, sed e incluso no sentí mi respiración, eso me asusto un poco, pero pensé; si ya no tengo cuerpo no es necesario respirar, era como cuando meditaba y había un momento en el cual no sentías nada, como si estuvieras en el limbo.

Una vez que pude descifrar la quietud de mi “nuevo cuerpo” quise moverme, pero no tenía piernas ni brazos, fue como dar el primer paso, tuve desconfianza de caer encima de mi antigua caja de sentimientos y despertarme en eso nuevamente. Me llego la idea de tratar de moverme como cuando tienes sueños lucidos y puedes hacer lo que quieras, pensarlo y ¡pum! Se hace. Me moví a un lado, gire y vi el espejo, no había nada, solo las cosas de la habitación, baje las escaleras; ya no pisaba, flotaba y podía dirigirme fácilmente, revise toda la casa, no podía tomar nada ni hacer que se movieran cosas como en esa película cursi de Patrick Swayze, bruno estaba echado en su camastro, los peces estaban tranquilos, las moscas que rondaban las sobras de la cena tampoco se espantaban, seguían vomitando y aspirando los fluidos.

Cansada o cansado (no supe asumirlo por ya no tenia sexo); de estar rondando habitaciones decidí salir a la calle, pero la puerta estaba cerrada, no pude hacer que se abriera por más que lo intente, me atreví a pasarla como si no hubiera, recordé que en el espejo no me veía, y lo hice, fue algo extraño, como cuando te sumerges en la piscina sin cerrar los ojos y atraviesas la capa de agua. Estaba en la calle y a pesar de que sabía que era de noche yo podía ver bien, digo, no había luz de día y las lámparas en los postes brillaban, pero aun así estaba más iluminado, como cuando hay luna llena pero más vivido.

Vivía en una colonia céntrica y habían callejones donde se juntaban los yonkis a fumar, fui a observarlos de cerca, nunca lo había hecho, vi como molían las pequeñas roquitas y las ponían en el fondo de una lata, las calentaron con un encendedor y aspiraron el humo que se desprendía, se empezaron a relajar y se abrazaron, era una pareja, los vi cómo se empezaron a quedar dormidos, como cuando me tomé el puño de pastillas.
Los dejé y seguí observando las cuadras adyacentes, avance sin rumbo, habían perros ladrándole a los gatos que salían a cazar o a copular en los techos de los vecinos, pase por un oxxo y sentí un hormigueo cuando me acerque al transformador del estacionamiento, ahí estaban dos borrachos pidiendo que les vendieran un six de Tecate, pero el dependiente les dijo que ya no podía.

Una ambulancia paso con las luces encendidas, había un hospital cerca, fui a inspeccionar, al llegar por atrás bajaron a una señora de mediana edad, embarazada, nunca había visto un parto, me provocaba repulsión, asco, y más aún cuando supe de las cesáreas.
Pero ahora, ya no tenía miedo, tristeza, apetito, sed o cualquier cosa regida por mi ex-cuerpo, pasé; en la sala había gente sentada, acostada y en posiciones que harían que sufrieran una contractura muscular. Fui a donde llevaban a la señora, al pasar por un quirófano pude ver otra esfera geométrica como yo, pero un tanto diferente, colores más oscuros mezclados con destellos, sus formas eran cuadradas, hexagonales.
Seguí avanzando, crucé la puerta, pude ver a la madre, pujando, sudando, sufriendo. El doctor decía; ya casi sale! Otro poco más señora, lo tomo por la cabeza y jalo, corto el cordón umbilical.