Hace quince días acudí a la biblioteca a investigar un tema relacionado con la alimentación, después de hojear varios libros, le pedí a la bibliotecaria que me hiciera favor de sacar algunas copias para poder realizar mi tarea.
Al regresar a mi hogar, me di cuenta de que mi mamá había salido, sin embargo, me dejó un recado sobre la mesa, en el cual me decía que había dejado sopa de letras para comer.
De inmediato, lavé mis manos, encendí el fuego para calentar la sopa, tomé un plato hondo y una cuchara, serví un poco de sopa, calenté algunas tortillas y al fin, me senté a comer.
Cuando comencé a probar el primer bocado, me sabía a todo, menos a sopa, todo era muy raro, así que comencé a separar algunas letras que conforman mi nombre en la parte superior del contorno del plato. Con mis dedos índice y pulgar tomé primero la “V” y al masticarla, me supo a vainilla; continué con la “E” y me supo a elote, así mismo la “R” a risotto y la “O” a orejones. -Mmm! qué rica sopa, jamás había probado algo tan delicioso.
Al día siguiente le comenté a mi amiga Becky y a mi amigo Pollito lo sucedido, pero solo sonrieron al escucharme, por lo tanto, le pedí a mi mamá que hiciera nuevamente la misma sopa a la siguiente semana para poder invitarlos a comer.
Llegado el día, asistieron ambos con gusto a la hora de la comida, esta vez, mi mamá nos acompañó a comer.
Todos comenzamos a saborear la exquisita sopa de letras, pero nadie expresaba un gesto anormal.
Estábamos a punto de terminar de comer cuando me di cuenta que Pollito comenzaba a separar las letras de su nombre mientras que comía. Lo observé detenidamente y esperé a que se llegara el momento en que comenzara a probar la “R”. De inmediato mencionó que la letra le sabía a repollo. Mi mamá y Becky solo sonreían, después probó la “O” y comentó que le sabía a orégano, la “B” a berros, la “E” a espinacas, la “R” a rúgula, la “T” a tomate y la “O” a omelette. ¿Ya sabes cómo se llama mi amigo?, ¿A qué te imaginas que sabe cada letra de tu nombre?
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