Crónica para Olga
La gente feliz ve lugares donde el humano aún no caminó, y piensa: si le llegó a los huesos, a su corazón desde la sangre de mis versos, podré decir que estoy vivo. Ocurrirá esto mirando de cerca, mirando de verdad, algún sueño eterno de la libertad. Yo no sé si tengo derechos a usar banderas, o si moriré solo y recordado por árboles que no hablan. No vaticino cosas desde hace unos años, solo respiro.
Sosiego profundo presente, y la alegría de saber que otros también leen buscando lo que se busca desde siempre, aunque nadie sepa lo que realmente es. Aunque nadie intuya que es. Presumo tal vez “…prienda que todos codicean…”, como dice Fierro arropado por el frio del viento sur.
Si la vida quiere darnos lo que corresponde: la felicidad, tomémosla así me llame José Francisco, y tu tengas el dulce nombre de Eliodora Parra Viñales. Si sonríes habrá valido la pena ser paraguayo, y que tú también, ojos negros, ojala nazcas aquí y ahora. Que a partir de estas líneas seas nueva y vanidosa.
Ya lo dijo la maestra Agnes, aunque no pueda enseñar a nadie, y que solo es feliz porque le gusta. Ella dijo: “Cocido y lectura me configuran dichosa”. ¡Bendita intertextualidad! Que habría dicho el invidente, que muchos llamaban en la década de los años 50 y de los años 60: ciego. Me refiero a que Jorge Luis hubiera disfrutado de los emails más que todos nosotros, que aún hoy podemos tipear y bostezar dentro de la madrugada que se pone linda cada vez que aúllan los gatos, cada vez que algunos grillos salen de fiesta. Eso es todo. Gracias.
P.D. No hablo de metejones, solo de que se puede ser feliz escribiendo lo que surcan las neuronas después de leer algún escrito ajeno. ¿Intertextualidad? Y…!Bendita Sea!
|