Encuentro mañanero con la luz
Mis ojos y la luz se saludaron aquella mañana. Y como la luz dibuja las cosas, los árboles, las nubes, las casas; las cosas tienen una forma con la luz; a la mañana, al mediodía, a la tarde, en la noche, en la madrugada. El silencioso grito y latido de las cosas que están ahí cuando ya pasó la luz, cuando estamos silenciosos y sobreviviendo.
El sol, la vida, estas dos cosas iluminan lo que existe. A mí, y a ti. El sol y nuestra vida ponen color, luz, dan forma a lo que hay dentro nuestro, y que sale de vez en cuando a pasear. Por aquí, por allá, en el alma de otra persona, en mi madre, en mi padre, en todo lo bello y brusco que tiene nuestro pasar por la vida. Donde el sol también pasa y da forma a todo aquello que nos rodea, que nos hace más humanos. Todo aquello que nos hace sonreír, y hace producir también luz en los demás.
Derrida decía: “Todo lo que existe está en el texto”. Pero también todo lo que existe esta en la memoria, en los recuerdos, en la familia, en la compañera amorosa, en el compañero atento. También lo que existe esta en la luz, porque obtiene lo que existe dentro nuestro, que se ve en la emoción, que se ve en la sonrisa, que se ve en las manos mías y tuyas que quieren tocar lo inalcanzable. Y aquello inaccesible, que es digno para cada cual, y que solo la poesía y la belleza interior tienen el ineludible deber de buscarla, y en su ausencia el deber de crearla con ayuda de Dios. Porque la luz alumbrará dentro nuestro a todo lo que existe para siempre. |