Descripción de una dictadora bella e inmisericorde
Sos la dictadora de tu belleza, escoges lo que te gusta, no lo que no te gusta. Los que miramos tu belleza quedamos periféricos, y es que no estamos dentro de tus cánones estéticos, no somos agendados, no existimos, no sé si para siempre. El humano es cambiante de acuerdo a sus sensaciones y/o manipulaciones imaginarias. Pero hay algo de masoquismo en esto, ya que no somos de tu agrado, igual especulamos la posibilidad de acercarnos, hacerte reír, que mires muy picara, que te gustan los extremos hasta correr desnuda por unas baldosas frías frente a atentos ojos masculinos.
La humana redención de que todo lo que es humano no es perfecto, y no es concreto y fatídico hasta el final de nuestros días, en que pueda variar la suerte. No sé si suerte, no sé si amor, no sé si lo sensual que dispara hasta llegar a júpiter y Saturno, Que hija de tu madre, tu que controlas todo, lo que quieres, de quien te enamoraras, dictadora dulce que mata todo lo normal y bueno que puede tener un hombre que mira los primores femeninos que cantaron Baudelaire o Rimbaud. Eres perversa, te sabes mirada y deseada, y juegas con nosotros que somos unos cachorros feos pero simpáticos debido a nuestros impulsos. Perversa digo y te denuncio, te quedas en tus percepciones y conciencia de que eres deseada y puedes elegir, la ley de la belleza te protege, la moral de las acciones también, la policía no protege a nadie, pero la urbanidad y buenas costumbres si lo hacen, y esas cosas vienen a cuento y buena gana para ti. Crees que algunos no perderán la compostura, que equivocada estas. Por eso ya son estas líneas que verbalizan lo que puede ser crimen en la realidad.
Perversa, vaya perversa e inmisericorde, la belleza femenina siempre decidió de que agua beber, de que sitios darse por ausente, de que presencias degustar, y de las otras: ¡una lástima! , nos vemos en la siguiente reencarnación, si es que existe, entendiste macho perimido. Me preguntas: ¿estás enamorado de mí? Te contesto: no, no estoy enamorado de ti, estoy bien seguro de ello. Ríes perversa, sabes que mis hilos los dirigen tus dedos. ¡Perversa! ese es tu apodo. Pobre enamorado: dices frente a mí y sonríes. Te repito: no estoy enamorado. Tiempo atrás me di cuenta que eres una india jibara que lleva mi cráneo atado a su cintura. Sonríes y me vuelves a decir mirándome como una ninfa perversa: estas perdido. Te repito no me importa lo que pienses. Pero sí, aunque no me digas que lo estoy, aúllo y te digo: Estoy loco por ti y casi nada.
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