Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te
regalan un pequeño infierno florido (...) No te
regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te
ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Julio Cortázar
Llevo un tiempo mirando al tiempo,
sé que esconde algo
qué no me quiere decir.
Ya lo había observado antes,
pero no encontré nada
y abandoné cauteloso la busca.
Ahora, renuevo mi desconfianza
cuando ni la inercia, otrora motriz
ya no consigue más moverme.
Creo que me he confiado,
fiel a sólidas argumentaciones,
a un tiempo acogedor, protector
que me consuela en mi pesar.
Sé que soy, no lo dudo,
no sé dónde estoy.
Hoy me he dicho firme, decidido
que ha llegado la hora,
tiempo de acción, de reacción.
Tiempo de abandonar serenidad,
calma, tranquilidad o paz
por una esperanza matutina
que ha de alumbrarme en la busca.
Un Dios madrugador me guía.
No le voy a dar más tiempo al tiempo,
voy a dejar atrás mi letargo anímico,
el equilibrio falaz que me sustenta,
los sabios consejos de la prudencia
y la dudosa seguridad del resguardo.
Hoy saldré a caminar
con la certidumbre del no retorno,
no hay vuelta atrás.
He parado la alarma del temporizador,
el motor de mi consciencia, de mi sensatez.
Ahora sé lo que me quería decir:
el tiempo no lo cura todo,
nosotros somos la cura del tiempo.
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