Hallándonos protegidos por sin igual lumbre,
que sus voces en clamor sea el canto a la tierra,
que yo gustoso subiré por vosotros a la cumbre
y con alegre sonoridad, contaminare toda guerra.

En medio de miradas, abrazos y besos, romperemos el silencio en un adiós
extinguido por una imagen
certera de permanencia.

Alejando con elocuencia, de los tristes,
el precipicio; y que el llanto orgulloso
ignore toda reminiscencia.

Vivamos para ella, pues la alegría es
toda vida ella. Y en nuestros llanos
afectuosos triste sea la muerte,
libres de espanto y luminosos cual
estrella, trascendamos toda existencia, carpinteros de universal puente.