Quise sentirme especial, atractiva para esta noche.
Decidida tome las tijeras, un peine delgado y me hice un corte de pelo. Sí, yo me hice un corte de pelo. Tratando de emparejarlo me fue quedando cada vez más corto. Me miré al espejo, parecía Juana de Arco tras una resaca. En verdad quise llorar, más no tenía tiempo. Me consolé pensando que al fin y al cabo el pelo crece. Si algún impertinente pregunta diré que estoy a la vanguardia en la moda ¡Y tal! Lo nuevo es el corte asimétrico y que se jodan.
El tiempo corre, yo también. Me fui al cajón en busca de unos jeans con aplicaciones Ay, cómo me encantan. Hace mucho no los uso. Al calzarlos la cremallera se niega a subir, me tiro a la cama me aprieto toda, es tanto el forcejeo que termino con el tirador en la mano. Usaré falda.
Me probé una y oh.. peluda como chimpancé. Fui por la depiladora, el cable está flojo, cada vez que me agacho para arrancar los impertinentes vellos la fucking máquina se detiene, mas cuando me levanto funciona, ¡Maldición! dejo la depiladora de lado, me aclararé los vellos.
Aplico la mezcla, me arde más que la cresta, perdonen mi francés. Resultado, mi piel blanca es un rojo casi semáforo. Ay de mí. ¡Usaré medias!
Es tarde. Me doy unos toques de perfume justo a tiempo pues entra su llamada avisando que está en la puerta del edificio. Me espera en el auto. Salgo más cocoroca que gallina tras haber puesto un huevo y más adornada que árbol navideño. Me acerco al coche y percibo algo blando que se desliza bajo mi zapato, ¿Que mierda pisé? No, literal ¡Qué mierda pisé! Bah… la de cualquier perro con un amo imbécil que saca a pasearlo sin ocuparse de sus desechos. Agito la mano, saludo, luego gesticulo que olvidé algo. De lo más lady — sin correr— voy de vuelta al departamento para cambiar mi calzado. Estoy en ello y ¡zas! mis dedos resbalan por el cremoso y fétido ‘recuerdito’ ¡Qué asco! Lavo mis manos con todo el afán que me es posible, aun así siento que el aroma persiste… de vuelta hacia el objeto de mi deseo subo cadenciosa al auto (estuve atenta, esta vez eludí la plasta) muestro mi mejor sonrisa, lo miro; mi alma cristiana piensa para mis adentros, qué hermosa criatura del señor me voy a servir esta noche.
El restaurante es un lujo, pedimos champagne Moet chandon, el Golden Imperial, por supuesto. Iniciamos la charla, hablamos del clima, el trabajo, pero cuando comienza a hablarme de su santa madre, disimulo mis bostezos. No hablaré de gatos. Camila me había advertido que no es un tema interesante para ellos. Bah! Me callo la boca y sigo escuchando. Llega la cena, el pidió un soberbio plato conteniendo carnes, yo uno menos soberbio naturista sin quesos, aunque me encantan. No está la noche para cólicos ni flatulencias.
Sonrío, esto promete. Entrecierro los ojos complacida. Su corazón pronto estará a mis pies. Tengo la certeza que mi conquista está lista para ser arrastrada a mi guarida.
La noche es cálida, romántica. Él se aproxima y sostiene mi mano en ademán de besarla, veo en cámara lenta como la acerca hasta sus labios. Su cara se desfigura y observo en su rostro mi propia cara de asco ante el repugnante recuerdo, mi mano, sí, la misma mano que antes rozó la mierda, al parecer aún conserva su aroma.
No hubo forma de recuperar la complicidad que traíamos hasta antes del infeliz evento. En fin, si tan poco resiste significa que no vale la pena el muy hijo de su madre. Me voy a ver la tv con mis gatos.
M.D |