Alegre despertar

Hoy desperté feliz. Un rumor rítmico y suave se escuchaba a través de mi ventana.
Entonces, cerré los ojos y voló mi imaginación. Me vi montado sobre un ave fantástica y observé, desde lo alto, un bosque frondoso circundado por un río habitado por peces de colores. Vi también cómo se movían unos minúsculos cuerpos —a semejante altura no podía ser diferente— que daban movimiento al paisaje.
Las aguas inquietas del río corrían entre enormes peñascos, y finalmente caían desde una gran altura creando un salto de espuma blanca. Podía oír el estruendo de la cascada e imaginar su frescura.
El canto de la lluvia llenó mi corazón de música, y ese recorrido imaginario le dio a mi despertar placidez y regocijo.

Alberto Vásquez