Joe: No le hablo al vecindario de nuestra señora de Luján, ni mucho menos al mundo entero, sino a ustedes, pajarillos de los mil demonios; donde ahora de corneta, a los visitantes, a parte de desembolsar el dinero de la entrada, es que debo ensalzarlos cual si fueran premios nóveles, para convencerlos de llevarse, aparte del vívido recuerdo latente, aunque más no sea a uno solito de ustedes, en cajita con algodones, de ambuleto; o de bálsamo, en servidumbre, de la angustia existencial. Y ésto tan simplote, avecillas como mercadería de punta, es la nueva chirola que reemplaza al tocazo de facos llovidos del tráfico ilegal de exóticas especies; camino sinuoso de tantos detractores, cuestionadores cuadrúpedos mentales, del lado oscuro del trapicheo; por cierto, necesario repliege del haber en caja; pues sino aquellos animalitos, por más grandes que fueran, irían muriendo peor que en la desolación de los bosques hechos tablas, siendo amazados dentro de la panza del ignacio ese, cuco de aquellos conjuntos de alimañas huérfanas, sin escapatoria, ni destino prominente; hermanado principio básico, de transacciones viables, que este gordo, ahora mirando la carrera desde la banquina, de un millón de bocados esquisitos, la tranza boraz arruinara alegremente. Pero de rebote, del ahora adverso, tengo el camino despejado de la propia máquina tragamonedas, y de personajes de esta sociedad protectora de animales, que llovían en protesta cual granizo en temporada veraniega; quizás con razón, pero molestando bastante, vean. Aunque de ustedes nadie se fija tanto, entonces como infantes ante sus primeros pasos, hoy estamos frente a un empezar de nuevo, como cuando luego de la educación vial uno sale manejando con el cartel de principìante. Artífice del ahora, sin tabúes de reconocerme contradictorio, terso en las fibras, más sin renegamiento, estoy al decir de mi describir parco del momento. Eso si, presente en el presente, de este por cierto muy eterogéneo emporio comercial, ante estos miles de pájaros, conmigo de anfitrión permeable, y bonachón; aves y pájaros por demás vivos, de picos afilados y muchos en forma de cucharón, de plumas batientes y de plumas sin gracia, pero todos prontos de ser vendidos, sin saberse nunca cual será el primero en irse; en los papeles mercadería que sale cual mantequilla de maní en la ciudadela de los turrones ha días de la navidad; a favor del mínimo átomo de pan caído, ellos siempre muy atentos con los modos y las actitudes, cual las invasoras moscas por el amor sagrado, profesado por la carne viva.
A ustedes les digo, pajarillos, aves de corral, faisanes, pavos reales, y abudillas; codornices, de huevesillos tan preciados; perdices de vuelo rasante, mucha veces presas de la perdigonada; de la cual nunca nadie alza la voz en vuestra ayuda; grévoles, agachadiyas, con las otras, de nombre chochas, chochas de estar mezcladas en el compendio de pajarracos que tenemos, que agitando mi gargero, cual si esta jaula, casi un edificio del tamaño de un morro petiso, de forma acampana, fuera la voz de mi conciencia. Jaula kiosco, de color bordó, en esta vez un nuevo emprendimiento modesto, de interés comercial, como el resonar de una muchedumbre alegre frente a un arco iris espontáneo. Albatros y petreles, implicados estamos con la emergencia climática, de aceite de coco es la atmósfera viciada, y en cortejo de bobos vamos silvando para enfriar el aire e impedir achichararse el mundo. Finalmente, mi sadismo mundano, hoy se derrite en reflexión de la experiencia, emergiendo de mi caracter la piedad del ungido. Sin remedio asociando la normalidad del transcurrir de la reserva, con la falta de presupuesto cual número puesto.Tengo un linaje atenience de elevado caracter elitista, donde la retractación por boludeses no tiene cabida, pero aun con la cadera tergiversada, y atento a la peculiar lumbalgia producto del renegar, desearía estar calmo cual los dias sin gota de viento, encapotados de nubes grises como el plomo, e ir sacándome yo mismo con sorisas, cual ladillas pegajosas, las preocupaciones sobre este ser indómito y penetrante, hoy descerebrado por la búsqueda de una inmortalidad, con las consecuencias de un posterior merecido anonimato; ah, y una vez tranqulilizado, sabiéndome libre de motoneta mental, imparcial en las decisiones, ir pivoteando con el conservador estatus las injurias aplastantes, más una vez desagotada la blasfemia del oponente, entrarle de lleno al disipado cielo de la mansalva indiferencia.
Pero ahora en el frío del desamparo me hallo, por demora ajena postrado en ansiedad, muy atento y en connivencia al regresar del maestro, don ángel Lorazo; de magistrales cátedras transmitidas de boca en boca, haciendo gala del vetusto traspaso oral hoy reeditado, con fines de ampliar lo sabido; un lujazo de frotarse las manos limpias, como cuando uno intenta hacer fuego, con el palillo girando frenético de sacar del mortero chispa; angustioso intermezzo que para nada logra refrenar el raudo entusiasmo, y tosuda pretención de conocer a fondo sobre el génesis del universo; o si acaso es simplemente un eterno coso, cual mojón de ruta. Pero no, cual dice Fulgencio, es un típica maqueta de cuatro dimensiones, acaso un cubo, marcado a los bordes con el negro de la "no existencia". Miren si ustedes alcones y martinetes, albatros y petreles, tuvieran en conjunto esa capacidad de Lorazo, de transmitir casi con la propia voz del supremo, que esto sería una universidad de sabiduría, en vez de un corral inmenso de tienda de forrajería. Más de la última charla con el pobre Fulgencio, expulsado de la iglesia por sacrílego, quedé patitieso; lejos de ser artero mediocre a pasos estoy del saber definitivo, embuído en pensamientos telógicos, soñando cual luego de largo viaje en linea recta; admirado y mucho, de esas ensañanzas, ad honorem y por correspondencia, entregadas por este pibe cara sucia de Fulgencio; y yo aquí solito, repasando estas lecciones de manual, paradojicamente, entre aves inocentes, que solo piensan en comer y comer, evacuar, y seguir comiendo ¡Vaya oportunidad tenemos; y de aprovechar, el deber sagrado! Y seguiremos adelante, aunque esto nos equivalga a vernos en llamas de brujas, en hoguera de la santa inquisición. Cual adelantado, trato de unir conceptos pequeñitos, a ver si consigo desentrañar, de mis infimas neuronas, hechando vapor de locomotora, en agrupadas sobre configuración perfecta, un pensamiento que aunque restringido, interesante, completo, y receptivo: Lo más difícil de conprender, y o visualizar, con la imaginación, es precisamente la idea ésta sobre la nada; la nada como la ausencia de todo; siendo, para nosotros los mortales, lo más parecido, el estarse con los ojos bien cerrados, annesteciado, en silencio, y sin olores, frente al paño oscuro predominante. Entonces dios, es primero, la misma nada, eterna y sin gracia; y si todo volviera al punto cero, él seguiría siendo, en la ausencia de todo menos él. Por mi parte, ay; y si de mi pensar exclusivo se tratara el universo, cabría fumigar con espadol, el prominente deseo aliviador de por fin desterrar la imagen peremne, cual tatuaje de tinta en la frente, de ese gordo, postrado en vida vegetativa, pronto a despegar rumbo al cielo, por motivo del metebolismo del azucar, en coma diabético, en coma urémico crónico, de todo tipo de insuficiencias, con promesas estériles de salvación; gordo hazmerreír, invernada y cría, agonizando desde hace siete meses, en muerte cerebral fulminante; y como es de público conocimiento, por su entera culpa, de por su gula irrefrenable que lo llevara a pesar quinientos kilos; y todo por gracias a mis bichos, de la reserva silvestre de animales fabulosos; y allí va, camino a la pronta desintegración. Imagen mental asqueroza, que me inhibe, que me impide estar lúcido y pensar en lo que más me interesa. Y lo mismo ocurre con la familia de los Poncini, intentando revivir al muerto, en sueño profundo, igual que la nada, con la pérdida de la conciencia del ignacio irresponsable, que gracias a los beneficios de la existencia, apenas si respira con la ayuda asistida de la orquesta del hospital; donde luego de sondear el pasado exitoso, de subir de peso y cabar el pozo, quedando impreso en el libro ginnes de los records, el intendente, piadoso, como para evitar un tratamiento ambulatorio, en caso de crisis terminal, sin un soporte inmediato, le ofreció a la familia una habitación en el nosocomio de la comunidad; adonde poder curtir esa vida vegetativa, cargada de mística, hasta que dios disponga; e inusual metatarzo con cinco dedos de pedicuría, te saludan con mucho aspaviento, gordo duro, pero con pasaje de ida al más allá de los salamines. Y ahora si, inútilmente baja de peso al ritmo de los días, alimentado de suero y papilla; está en el horno pero emodinamicamente estable. En apenas unas pocas paladas la laguna estaría terminada, o sea que no ha podido cumplir otra de sus promesas prometidas; y este tipo si que no tiene la más mínima conexión con lo adecuado del cielo; más yo me iré a retirar a un departamentito cuando sea viejo, a continuar pensando en las enseñanzas de Lorazo, vía fulgencio orador, y a lo mejor este fiasco titán, ignorante, aun siga durmiendo la mona, con la esposa al pie de la cama, batiendo el record de la ancha chalina más larga de todos los tiempos. Ahora Mabel permanece incólume, sentada al lado de un deshecho sin vuelta atrás, cual estatua en la plaza; que dia y noche, hecha una piltrafa, va tejiendo una tira de croché, largísima; siempre para nada congeniando con los deseos recurrentes del cielo, de verla exitosa en la abundancia. Con el presente estancado, de estos enamorados de siempre, viviendo muertos en plena carrera por la vida; de una manera de decir, poética, Mabel de nuevo con los grillos de la esclavitud engarzados, y él, en coma patético y pavoroso, del que nunca despertará, nunca, por más zarzuelas que la señora le haga llegar, desde las orejas que sanan, al más puro averno donde pervive. Con todo, no veo la hora de cumplir los setenta, y notable, recluirme en una modesta pieza, sin humedad y bien pintada, a ver la vida pasar cual película sin argumento, alejado de pormenores incitatorios de lo enigmático en colapso gravitacional. Ah, y por sobre todo, alejadísimo de estas arengas en boga, de la nueva reyerta familiar, de los aledaños reemplazantes del matrimonio de los Poncini. Que por la ausencia del gordo cuatrero, y señora, se me ha formado un triunvirato de hermanos, donde la estancia vecina es ahora un antro de restricciones, artero malestar para mi gastrítis nueva, implicado en constante reprimenda feroz, cuando tan siquiera alguno que otro de los animalitos invade, ya sea el pozo vacío, a la espèra de la próxima innundación, o el propio casco de la estancia; entonces los parientes cercanos de mi Mabel querida, sin planteamiento alguno, equipados de fuerte batahola, de si cuando una ardilla se entromete en aquel perímetro de propiedad privada, hoy un establecimiento de censura rocanbolesco. Con decir que ayer se escapó el gato mio, y vino el hermano mayor de raje, en divergencia total, cual cotorra, a querer agarrarse a las piñas conmigo; me hubiera parecido adecuado, tocar el timbre primero, más luego explicar lo sucedido sin tanta prepotencia. Nunca he vivido a costilla del bien ajeno, pero ahora para poder vender aves de rapiña, soy capás de incursionar en la estafa de prometer milagros a la carta, de la suya fauna preciosa del aire. A fuerza que estos gobiernos seudoliberales, con tanto impuesto, y de las ganancias, le arrancan los bolsillo al laburante para hacer caer el sueldo, las secuelas de la recesión van pudriendo cualquier Pime, por cierto ayer rentables, por más originales que sean, para lo cual, con todo, les prometo venderlos lo más rápidamente posible, e ir encontrándoles un hogar digno, donde aprovechar el sosiego de la siesta, con el aditamento de amores de dueños hábidos de reciprocidad; aunque supongo, sobre todo cuando halla mucha abundancia, en la propia entrada irá de yapa, algún bicho feo, paloma de monte, o cotorra verde. Entonces es que dios vislumbra de entre la compacta nada, una mancha muy oscura: La "no existencia" en competencia subjetiva con la nada, quien ahora triunfa omnipresente, ubicua, vanidosa. Pero ocurre de inmediato, alunísono, que ante esta mancha venerable, surge un duelo de interrogancia; y las primeras preguntas fueron: ¿Eso soy yo? ¿Estoy solo? ¿Hay alguien más conmigo? ¿Como es éste mi cuerpo? ¿Donde termina? ¿Que forma tiene? Entonces, dios continua pensando para nunca más dejar de hacerlo, y además comienza a metamorfosear estos pensamientos en sentimientos; y trascartón, estos sentimientos, dentro de la falsa nada, se ven transformados en esferas de magnetismo, gravedad, ondas gravitacionales, y la primer sentencia en serio es: Adentro todo, afuera nada. Surgiendo de inmediato un desfile de agregar y agregar componentes, y con ello esta capa nueva metida en la "no exitencia". Dice Fulgencio: La matemática es la ciencia preferida de dios, y la literatura, también, no tanto por las historias, sino por la cantidad de letras y palabras acumuladas. Siendo la nada, dios, el primero, el número uno; más para contención y regocijo de él mismo, aparaciendo estos ámbos componentes, superpuestos, y con ello el número tres de cantidades; donde luego en el espacio sideral, de nitrogeno, aire, y demás etcéteras, se agregan dicha millonada de partículas, una a una, contabilizadas en su regazo, que van texturizando esas esferas, ahora de materia, con fuego, o con piedras y metales; en la suma aparte de los elementos que se van formando, y de las unidades que aparecen de apropellada: Electrones, protones, neutrones y plutones, quars y fotomoléculas, que por ser tan mínimas se unen formando materia, o luz, y con ello astros, estrellas para los ojos que se avecinan; y planetas con soles, seres que se reproducen, desiertos de arena... Pajarillos de colores, fascinante verdad; ah, pero no me extrañaría, que por el rumbo que vamos teniendo, iremos a convencer a dios, de que somos muchos y que deje de serguir agregando. Aunque pero nada tienen que ver ustedes, que en esta primerísima etapa, ni pardelas había volando, ni corvidaes, ganzos, o patos, picoteando pochoclos en algún tipo de rinconsito del paraíso. Y si de hablar de principiantes estamos, por favor Lorazo, regrese pronto y deme la clase usted, pues ya mismo me quedo sin argumentos, y junto pon pichonetas de flamencos y buitres, deseosos estamos de conocer como continúa esta cronología desde antes del origen del mundo. Así es pues que dentro de la mancha oscura, los interrogantes del supremo se transforman en sentimientos, y estos en esferas, bolas de andar; supeditado a esas fuerzas de gravedad, electromagnetismo, ondas gravitacionales, de esta primigenia "no existencia" oscura, pero formidable. Donde luego se superpone la existencia pura, atestada de partículas insignificantes pero individuales, que por ser tan pequeñitas se apelotonan formando "la materia", que se agrupa en las esferas cual reboque, que se esparce sobre el aire cual manto; situación propicia para crear criaturas vivientes, que reflejen y expresen sus sentimientos; el sentir de dios, todopoderoso y supremo. Más entonces necesita luz para que puedan ver por adonde caminan, siendo el fuego lo más eficiente, de unas flamas que iluminen completamente el universo, en ese aire puro del espacio sideral, que sabe al mar que ansía. Pero primero, que quede claro, la fórmula, el método; para ello dios utilizando allí, las nubes moleculares, más recién luego se crean las estrellas; elementos nececesarios, las estrellas, para que ardan adaptadas como velas a la torta. Superposición de donde aparece la gran dualidad del ente sagrado, y claro, los primeros escarceos, de una relación plagada de conversación, demandante y complaciente, de dudas y antojos, afecto e inconformidad, de lo masculino y lo femenino, en danza; cual si el universo, de colchón mullido, hiciera el amor verdadero con la maraña de fuerzas de la falsa nada. Más luego de creado el universo, esta "no existencia" dejándose presentir en grandes buracos, que comienzan a alimentarse de materia, que con amplia facilidad pulveriza y desintegra; acaso los astros el alimento balanceado preferido de la "no existencia. Y todo esto es el resultado, producto, de ese método que dios emplea, esquisito, donde la dualidad, el número dos, es fundamental, como para continuar ofreciéndonos más y más cantidades. Y así como los agujeros negros dispersos sobre el manto de la existencia tragan materia, en algunos lugares florecen seres y plantas, peces e insectos. Entonces, dios une estos dos elementos primigenios y colosales, consiguiendo un universo: En presencia divina, atestado de sentimientos super interrelacionados, diseminados en suerte de siembra, donde en cada espiga, o grano, sus emociones se hallan presentes incidiendo en el trasncurrir de la existencia; con criaturas de similares caracteristicas del método; y posiblemente, lo que nosotros ignoramos, es lo que quizás él también ignore; siéndole por ello necesario manifestarse por medio de sus parlantes sagrados, e ir aplicando su método, con la fe de algún día poder entender a fondo, este conjunto de los seres vivos; y que estos a su vez puedan reproducir en acciones su sano entusiasmo, tal vez de limitada resonancia; acaso un obstáculo necesario, inocente. Mirlo mío, avutarda soñada, corvidae inteligente, el rezo igual que la sonrisa debe salir del corazón, sin la carga de una obligación, o del agradecimiento, pues dios no nos crea para que vayamos a darle las gracias, sino para andar y andar los caminos, atentos de no tropezarnos. Aves queridas, canarios y teros, que también están como yo, a la vera del camino flagrante ha por andarse, sin implantes capilares, a todo pulmón, al decir del esfuerzo cotideano. Ustedes miran con esa cara porqué llegaron despues de volver la reserva a ser algo mediano, normal, y tranquilo; pero si prestan algo más de atención, yo les iré contando el motivos de tanta repulsión que tengo, por cierto intimidatoria anque contaminante del humor sagrado. Entonces, estos proveedores que poblaran tanto la reserva de exóticas especies, por la culpa del Ignacio ese, huyeron despavoridos, espantados a mejores oportunidades de ubicar el rebaño, de transferir la grey en otros zoológicos, aunque menos espaciosos, más normales; donde la mercadería no sea devenida en tropilla a la marilan, en ollas de epíteto popular; que los proveedores en furia interior acumulada, por el rutinario despropósito de lo que les tocara vivir, muy en agobio por lo sucedido, entraron en cortocircuito por los tantos animales transformados en polvo de estrellas, aunque el factor principal, concomitante, de estos males colgados del hoy, que los hizo desistir de continuar provellendo mercadería, y donde nuestro titán se indejesto hasta quedar tarado, fue lo que ocurriera con la tigresa de bengala, felino invalorable, valuado en el millón de dólares, y aquellos ciervos blancos, blancos como la nieve, que el gordo Ignacio se morfara, en indigestión virulenta, estando de dieta, el testarudo, trastabillando supongo por los gages del oficio; animales invalorables todos, triturados a lengua seca en prensa fulminante de muela batiente, haciéndolos desaparecer del mundo cual chasquidos de los dedos, quedando solo de ellos unos pocos disfraces de cocoliche; haciendo que estos comerciantes marginales, de restringido saludo, pegaron el portazo, marchando a otros horizontes mejores, menos impredecibles; como esos capitales que se fugan al presentir estar apostando en una republiqueta bananera. Que por fortuna, sin suscitar estragos, ni musitar castigo violento, en disertación con protocolo afable, muy amables ellos, anque provisto de única alternativa invariable, del negocio de las bestias se retiraron, ofendidísimos, esos niños bien de la alta alcurnia, por la cuestión de público conocimiento, en que la mole de tragar animales, cual bizcochos de grasa, se morfara un capital tremendo de la divisa estadounidense; a cambio dejándome una puertita entre abierta, una endija, con la posibilidad de vender aves comunes y exóticas, con lo cual ahora estoy dedicado a ustedes, como guardaparque, y desde un lugar interesado de hacerlas billete recatado. Mis elegantes pingüinos, vestidos de frac, golondrinas incansables; divinos colibríes, de alitas de vaquitas de San Antonio; prestigiosa pajarera toda, charranes y martinetes, sepan, y demos gracias al cielo, valiendo la paradoja resultante, siendo que así recuperé los rinocerontes y recuperé al coala, solo faltando recuperar al tiburón sin dientes, aun metido en pileta de lona teniendo aquí un gran estuario. Y por sobre todo, más quisiera recuperar a mi querida Mabel, que rápidamente va recobrando su antigua hermosura; hoy reinventada sobre un lienzo de piel intacta, raro, pero maserada para bien por la ingrata experiencia. Ah, eso si, con la divina de Hortensia asistiendo al patrón hundido en pesadilla fúnebre, sobre tremenda incertidumbre procaz; que aunque limpito, más que dormido es un muerto en vida; y la patrona de todo, la existencia misma, floreciendo ininterrumpidamente como una rosa rococó rosada. Creanme, que no es por vilipendiar asqueado de un lugar concreto, o de ir antojadizo helando el alma en maldiciones estériles, atrapado en un laverinto cual pecera con divisiones, apoyando desde dentro mis labios que pronuncian palabrotas feas; maricón frente a larvas y garrapatas, fundidas en impuresas del viento delicado e inhóspito; pero contrastado de sombras y sonrisas me hallo, de pesares y confusión, me encuentro; con pegados en el cuerpo, muchos abrojos pinchudos de agrupar en el costurero. Estoy en el estanco de la parsimonia, pero aun sibarita y sensual, con la imaginación peinada a la gomina, masticando vidalas groseras; y las reacciones naturales de mis penas, de espasmos alegres y soñadores; que ni pizca de remordimento tengo, ni pellizco del inconciente en relámpago de buena educación. No obstante, vía mirar para otro lado, casi como la conducta de un perdón, por lo dudoso que existe en todo, entreverado con lo bueno que cada cosa tiene, pretendo poder compactar con el alma los remordimientos generalizados, hasta hacerlos una energía viable, para así darle paso a una etapa última antes de jubilarme, con los brazos en aspavientos, de nítida cordura y sanísima alegría; pero por ahora vendiendo aves, que en lo sucesivo será la ganga extra humanitaria, portadora de hacer añicos los restos de juventud, en la lujuria del muchacho que en mi pervive por siempre. Vaya pichoneta de pardela atenta a mis interpelaciones, siempre alerta de lo que digo, esperando un reporte sobre Lorazo. Lorazo, ayer, por desacato, estuvo una horas detenido en la comisaría, y aun no ha regresado, pues no tiene otra orientación existencial fuera de la clínica donde suceden los arduos acontecimientos por intentar revivir al señor Ignacio Poncini. En fin, la vida es un camino de espinas donde mejor es andar de los pies calzado. Por cuestiones de caudillismo barato, es nada saludable ir vituperando gente por la vida, soltando improperios cual chispas de colores pintarrajeadas, pues eso enferma al cuerpo peor que la espesa nicotina. Con lo cual será mejor atar la lengua, y estar dedicado para los recién llegados al paraíso de la reserva, en busca de un guía como soporte de la curiosidad e ignorancia. No hice gran fortuna, aunque hasta ayer vivía al día, ahora buscando una novia pechugona, poco salidora. Como se suele decir, gastaba el dinero en sitas con señoritas bellas y jóvenes, en cacao, en billutery con mostasillas de cerámica; por obtener caricias en regalía, otorgaba lisonja que sumadas arrojaban cifras lejos de ser propina, como para hacer recordar en papel sellado. Odio la castidad, antiguamente se concedía un beso por cada suspiro, aunque en el futuro deseo ser un depredador de la femeneidad sin tanto protocolo. Hoy quieren imponer la bisexualidad, pero yo solo deseo mujeres. El flamenco, mancebo, ve al buitre, zagal, mirar las gangas, muy enardecidas, por la honorable llegada de Lorazo; en carrocería de sapienza, de lealtad, cual sémola de oro, imposible de emular; y le faltan apenas cambiar a doncellas, para en virtud ir a recibir a este ídolo galán de cine, al tope de las recaudaciones. En efecto, el amigo porta anteojos polarizados, aunque es solo por decoro de no parecer un disfrazado, y al hablar al mundo de dignidad, o de esclarecer a sus dicípulos, no ir alterando el hermoso transitar del siglo ventiuno. Él mismo pregona, de impecable pulcritud, sin ser slogan de injerencia malisiosa, con la probada confianza de estar conectada su mente a la diestra del altísimo, la sencilla premisa de saberse las manifestaciones del más allá, sin plaso de demasiado antes, o demasiado tarde, cual fenomenos naturales, e inevitables; tan naturales e inevitables como los vientos, que son puro sentimiento, las lluvias, acaso lágrimas a cuenta, más los movimientos telúricos reflejando las contradicciones entre los hombres; pero habiendo en este ida y vuelta entre agentes naturales y seres vivos, donde algunos hacen ostentación de privilegio, siempre en el medio una jerarquía que va desde los profetas iluminados, pasando por los reyes, y por que no, el actuar de espíritus pululando entre las sombras; y hasta inclusive algún loro silvestre, como lorito, a la diestra del supremo conectado al mundo cual pendriver de discoteca. Muchedumbre deliciosa, cuerpo social, gracias a Lorazo, cabe consolarnos con sabernos todos fuegos artificiales, pero de una continuidad relativa de la fuente, algunos tan solo chispas separadas del cartucho, otros centellas de fuego apartadas del volcán. Hola Lorazo, me admira saberlo en la sagrada mañana del prestigioso sol de pascua, de nuevo en la reserva sano y salvo, con la reputación imperecedera, sin soslayar la existencia de otras culturas de la fauna del aire. Vea como el restos de las aves presumen ser inteligentes como usted, y mire como desfilan caminando cual pavos reales bien remunerados, en alevosía consolidados; como dejando el silvestres instinto colgado de los barrotes, agachando los cogotes cual tallarines en el tenedor, y con los picos corneos hundido en las plumas, ante su majestad, como haciendo del aceo una actitud preponderante de sabiduría. Pero un momento, lo veo como apócrifo, gravado en el aire más que vivo en la atmósfera, lejísimo de una vida distendida de arrancar solamente frutos de los árboles. Y perjudicado o desconectado y mudo, con semblante apolillado del que nunca hubo incursionado en las letras; más de retener los pelotazos del destino, sin barrera de contención; alejadísimo de la ciencia de la educación, y para peor sin el celador Fulgencio, reemplazante de su amable voz; el pobre desdichado, fue excomulgado, hechado a los empujones por transferir su mensaje, y evacuarnos del concierto de la ignorancia los titubeos lógicos de los primeros pasos ¿Será que frente a las manifestaciones del cielo en tierra, algunos hombres prefieren evitar contagiarse de entusiasmo extremo, evitando volverse demasiado locos, optando por sostener el timón con firmeza rumbo a lo sensato que la experiencia acarrea? Pensaba que los científicos de la astronomía, en vez de buscar vida extraterrestre utlizando mensajes inteligentes, debieran mejor aplicar un lenguaje de puros sentimientos básicos. Epa. Lo noto tosco cual el ido en disponer ira, sin nafta premiun en el corazón en prórroga; con el batiente pedido bíblico de conquistar el planeta, dominarlo y sogusgarlo, cual el minuto de silencio en un duelo de tres días. Ah pero déjeme a mi: Conclusión, no es que haya falsos profetas, o falsos milagros, sino que somos todos frutos de dios incidiendo sobre la realidad, aunque de diferentes conjuntos, de región y de época, quizás con mensajes contradictorios, pues somos producto de un balbuseo metódico, que emerge y emerge, sin el privilegio de una lengua cabeza única, manifestaciones ostensibles con grados de jerarquía; a lo mejor, con el deber y los deseos de hacer cumplir los preceptos fundamentales como para conformar sociedades perfectamente organizadas. Y así lo existente, muchas veces choca, o se contradice en las sentencias que otros avisoraron, con la penosa concecuencia de tener que enfrentarnos unos con otros. No es que el hombre está hecho a semejanza de dios, sino que los hombres somos el resultado final, producto del método que dios emplea.
|