Después de todo, un encuentro no planeado, fue lo mejor de la bendita noche. Me encuentro con los pies sobre la tierra, pero con la mente en el espacio. Quiero susurrarle al oído lo hermosa que resulta ser al caer la noche. Mis ojos inquietos que merodean su cuerpo y asechan los suyos, son incapaces de asimilar la situación. Mis manos ávidas de esta bella musa, dibujan movimientos en el aire, controlandose por no tocar su piel. Mis oídos sordos de cualquier otro ruido que no sea su meliflua voz, siempre buscan sus respuestas. Debo confesarle al mundo, lo placentero que resulta ser su mirada atravesando la mía. Y qué decir cuando esboza esas sonrisas que son capaces de apoderarse de mis cinco sentidos sin dificultad alguna. Estoy perdido en sus ojos, no encuentro forma de escapar, no hay salida, no hay vuelta atrás.