La luna llena me convierte en lobo, mitad humano mitad bestia, humano de forma, bestia de pensamiento, humano al caminar a la vista de los ojos de la gente, humano en mi trato a las demás personas y de atinado encanto y seductor por excelencia, pero bestia mental cazando la presa entre la áspera y obscura noche, en esta jungla de asfalto, perdiéndome entre sus callejuelas plagadas de carne fresca y suculentos bocadillos, humano ejemplar de reconocimientos y títulos adinerado y para muchos afortunado, de envidiable reputación y envidia de varias personas, pero las noches de luna llena la bestia me domina y expone mis más bajos instintos ante el anonimato de la penumbra.
Hoy el calendario anuncia que habrá luna llena, son las 6 de la tarde el sol se empieza a ocultar me niego a salir pero el impulso de la bestia comienza a dominar mi ser, las manos me sudan, la mente se me revuelve empezó a olvidar la ética y rectitud que me caracteriza y los instintos florecen, una vez más me encuentro en la disyuntiva que me aniquila lentamente, no quiero salir nuevamente y saciar mis deseos, pero el instinto de la bestia me domina, esto es mi calvario, mi remordimiento diario, la vida que me tocó vivir, la maldición con la que fui marcado durante mi trayecto de vida, aquí no hay medallas no hay trofeos tangibles, únicamente el instinto de llenar los vacíos, de ser el depredador y no el depredado de hacer mi voluntad de infligir dolor y ya no sufrirlo nunca más, de liberar aunque sea por un instante la furia que contengo.
Echo un último vistazo por mi ventana, La Luna llena se encuentra en todo su esplendor, he convencido al humano que hoy es noche de cacería, maullo en mis adentros generando la energía y el valor necesarios para tomar mis pertenencias y salir de la habitación, hoy los instintos mandan y tienen sed y hambre tienen furia y garra, la cacería ha comenzado.
José Miguel Torres.
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