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Vimos otro clavo de película, dos en dos días consecutivos, en la primera me dormí sin remordimiento en plena sala de cine, me dicen que mis ronquidos parecían un adicional a los efectos de sonidos de la película, en la segunda ronque como búfalo braveando por su libertad.
En la segunda película por lo menos fue en condiciones de comodidad, pero el clavo fue igual de malo a pesar de todo.
Estábamos la doncella y yo en el apartamento de una pariente en común, matando el tiempo para que el tapón de vehículos se disolviera un poco, ya que había llovido mucho en ese día y la ruta que íbamos a tomar se congestiona mucho en esas condiciones.
Yo estaba harto de hacer ese recorrido, y nunca me había tomado más de tres horas para llegar al destino marcado.
Esta vez fue muy diferente, solo en el tapón duramos casi hora y media, y solo recorrimos algunos 20 kms. Cosa rara, no me sentí estresado, ni cansado, ni mal humorado, ¡ahh una doncella era mi copiloto!
Siempre hubo lluvia, y casi siempre muy fuerte, tanto que cuando salimos del tapón no pude avanzar como de costumbre, a veces ni podía ver bien, estaba muy oscuro, salimos del tapón casi a la diez de la noche.
Casi siempre soy de poco hablar (quizás por eso soy escritor), pero le juro que la conversación no paró nunca, temas de todo tipo, sin pausa y sin tabúes, fue algo sorprendente, no sabía que podía dialogar por tantas horas sin aburrirme, ni aburrir al otro.
Al poco tiempo de salir del tapón de vehículos llegamos al peaje de la autopista Duarte, aunque me pareció una eternidad, porque casi siempre lo hago en pocos minutos, luego cruzamos al elevado de Piedra Blanca, aquí íbamos un poco más rápido el recorrido, aunque las condiciones continuaban igual y la oscuridad era más aguda, ya que esta carretera no tiene iluminación, ni rayas guías que ayuden a los conductores.
Todos los temas me parecían muy interesantes, aunque yo cometí algún error colocando un tema que no era del agrado de la doncella.
Ya yo había perdido la noción del tiempo, y la lluvia arreciaba de vece en cuando, no era fácil conducir con tanta lluvia y oscuridad al mismo tiempo, pero en verdad la doncella me iluminaba con su mirada, con su sonrisa y con su tierno hablar, siendo sincero yo no quería llegar.
Yo en el día había comido poco y sentía mucha hambre, tenía la intención de comer en una plaza en la ciudad de Bonao, pero no sé si fue por el tema del momento o por no sé qué, pero me pase del lugar y me vine a dar cuenta ya muy lejos. Pero como la doncella no tenía hambre no me preocupé, aunque mi estoma rugió con furia y enojo.
Nos paramos en un comedor de carretera, eran casi las once de la noche, la lluvia continuaba con la misma intensidad, al pasar del vehículo al comedor sentí un intenso frío, cosa rara porque a mi casi nunca me da frío, pero la doncella no me prestó su abrigo ni nada parecido, pero aun así ella seguía siendo mi doncella y copiloto.
En el comedor había cena con mala apariencia, pero con buen sabor y extremadamente caliente, nunca había comido una cena tan caliente como esa, parecía que tenía brazas encendidas dentro del plato.
Cuando nos íbamos del lugar sucedió algo que me impresionó, yo estaba dispuesto a pagar la cuenta como siempre y ella me detuvo e impidió que yo pagara y pago ella, yo me sentí extraño, raro y hasta sonámbulo, nunca me había pasado algo igual, pero sucedió en el momento que jamás imagine, una doncella pagando la cuenta, un ángel vestido de mujer pagado lo que yo había consumido, honrando a un simple mortal, de verdad que la vida te da sorpresa, sorpresa te da la vida, diría Rubén.
Subimos al vehículo una vez más para continuar nuestro recorrido, el cual no iba ni por la mitad, sorprendente ni en el comedor paramos de hablar, en el vehículo la conversación se puso más interesante, con temas nuevos y muy apetecidos para mí. Pero que va, la doncella se pasaba de prudente, como son casi siempre todas las hermosas doncellas, mientras más bellas más prudentes, y tomando en cuenta eso, mi copiloto debería ser la más prudente de las doncellas.
No podía avanzar mucho por la lluvia, la oscuridad en la carretera y iluminación de la doncella que cada vez que me miraba, me hablaba o pensaba me dejaba perplejo.
Le confieso que ella no sabe nada de esto, y jamás lo sabrá, porque aunque ustedes no lo crean yo también soy prudente, no como una doncella, pero soy prudente, a veces me paso de prudente, tanto que a mí mismo me da miedo de tanta prudencia.
Continuando el recorrido cruzamos La Vega, me hubiese gustado que el nombre fuera en plural, para aplicar el dicho: Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas.
Al poco tiempo llegamos a la ciudad de Santiago de los 30 caballeros, yo le narraba siempre algo relacionado con cada lugar que pasábamos, en algunos no sabía que decir, pero siempre salía a flote algo.
La doncella se reía de vez en cuando, y cada vez que lo hacía me iluminaba de tal forma que tenía que reducir la velocidad, porque el resplandor casi me cegaba, se veía muy hermosa en cada sonrisa, era enloquecedor, pero me fascinaba ver tal expresión en su hermoso rostro.
Mientras estuvimos cenando le confesé algo que era cierto a mi compañera de viaje, sucede que la noche anterior habíamos ido al cine y le tome algunas fotos con su blusa negra y pelo hermoso también oscuro y sus ojos encantadores de miel buscando el verde esperanza, mientras observaba esas fotos que para mí eran hermosas, sentí que ese episodio ya lo había vivido, fue algo tan real, pero no sé cómo definir mi sensación, incluso yo escribí hace mucho tiempo un poema sin musa, y sentí que ella era la musa de aquel hermoso poema, que por mucho tiempo estaba huérfano.
Ella no le dio mucha importancia a mi confesión, aunque comentó algo al respeto, pero no fue lo que yo esperaba y anhelaba.
Cuando cruzamos la ciudad de Santiago, teníamos dos opciones para conducirnos a nuestro destino final, yo la puse a elegir y ella decidió por el lugar más peligroso, pero emocionante.
Al poco tiempo llegamos al cruce de Hato del Yaque, donde la carretera forma un triángulo, a la izquierda se va a San José de las Matas y a la derecha a Esperanza, donde nosotros nos conducíamos.
Esta carretera era aún más oscura que la que transitábamos, más estrecha, con más curvas y con la posibilidad de que nos salieran algunos animales madrugadores, si ya era de madrugada, y la doncella y yo pasamos toda la noche junto, a gusto y con deseo de no parar jamás, todo en buena lid.
Por aquella carretera misteriosa y oscura transitamos en plena madrugada, con la lluvia menos intensa pero nos acompañaba aun, parecía los guardaespaldas de la doncella, que la cuidaba en todo el camino. En una curva muy cerrada que rodea un cerro elevado y pelado, la doncella sintió mucho miedo, me lo confeso segundo después de yo pasar, pero a mi nada me da miedo, solo el separarme de un hermoso ángel vestido de fémina.
Pasamos El Flumen, Batey Uno, Sabana Grande, La Canela, Guatapanal, Boruco, Batey de Amina, cuando llegamos aquí teníamos que tomar otra carretera aún más peligrosa, solitaria y en mal estado, debí bajar la velocidad por lo tanto hoyo que habían, pero con el tiempo llegamos a nuestro destino, a las dos y algo de la madrugada, sanos y salvos, sin cansancio, sin preocupación y llenos de emociones.
Es un campo hermoso, de donde es oriunda mi copiloto, la doncella más prudente jamás vista, toco la puerta la doncella donde nos debían recibir, nadie respondía, pero ella dijo unas palabras claves por la brecha de una persiana y al instante una dama de ojos verdes nos recibió con todo el amor del mundo. Yo le dije tía y la doncella le susurro abuela.
El sueño llego junto con nuestra entrada en aquel acogedor hogar, y la doncella y yo dormimos en la misma habitación aunque en cama separadas. Para mí fue algo maravilloso, aunque tía también estaba en la habitación y también una niña hermosa con promesa de doncella.
Me cuentan que resurgió el búfalo que hay en mí, pero esta vez con más fuerzas, furia y enojo, tanto que al despertar en la mañana me miraron con malos ojos.
No recuerdo que soñé, pero de seguro fue algo hermoso, algo en las nubes, o en el cielo con muchas luces y con ángeles a mí alrededor, los sé, porque cuando abrí mis ojos los vi en la cama del lado, algunos roncando, pero sus ronquidos parecían una hermosa canción, que endulzaba mi alma e inspira alegría en mi corazón.

Texto agregado el 01-04-2019, y leído por 126 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
14-04-2019 Amigo, tu relato es espléndido. Primero, porque me trae palabras nuestras que por años no usaba y segundo, porque atrapa tu lentitud narrativa. Al llegar a la Carretera Duarte, ya iba montado con uds., pero yo viré a la izquierda y tu a la derecha. Sorprendente el dato de que la chica era tu prima segunda. Te felicito. peco
02-04-2019 Bien entretenida, Jornuco!!! MujerDiosa
01-04-2019 Me gustó la historia del viaje, pero quizás me perdí de algo al inicio porque no lograba ubicar a los personajes en la escena. Saludos. Magda gmmagdalena
01-04-2019 Gracias por el viaje. La"música" de fondo es propia de Stravinsky. Felicitaciones. -ZEPOL
01-04-2019 Muy entretenida historia. jdp
 
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