Cuando empecé a escribir "la historia mágica" dudaba entre dos ideas capitales, que eran, básicamente, una opinión divergente sobre el motor de nuestra historia. Luego, más tarde, cuando descubrí que mis planteamientos eran sectarios, me dio menos miedo errar en el leit motiv de la historia. Al menos era consciente que estaba vertiendo sobre el papel un montón de mentiras. En tal momento "la historia mágica" dejó de ser historia y empezó a ser literatura.
En una etapa posterior la "copia" de la realidad que eran mis escritos- a base de sobriedad sin más aditamentos- me hicieron descubrir nuevamente que aquello eran plagios. Por lo que mi obra no existe; es sólo un espejo. Mi única virtud consistía en serlo: en mantenerse bruñido sin deformaciones- como los del callejón del gato: a diferencia. Cosa al alcance de cualquiera. Consiste en beber agua y manzanillas. Claro, y en tener voluntad de ello. A fuerza de transparencia, lo que era literatura se empezó a transformar de nuevo en historia. Por lo que "la historia mágica"- que por falta de conocimientos había devenido en "literatura" se había transformado nuevamente en historia. En conclusión, la Historia es literatura de sobrios. Al menos esta "mágica" mía. En otro capítulo les digo de qué se trata.